jueves, 28 de diciembre de 2006

Contacto Miami

En esa ciudad se decide el DT en turno del América y sus refuerzos
Por Héctor Huerta para ESPNdeportes.com
Con sus propias palabras, Manuel Lapuente, el vicepresidente deportivo del América, le pondría el calificativo exacto al año 2006 para el América: "Fracasotototote".
Una vez lo aplicó para la selección mexicana que participó en la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002, en una frase nada dulce para Javier Aguirre.
Fracaso es un término bastante noble para señalar que el 90 Aniversario del América pasó con más pena que gloria. Cero títulos en las tres competiciones en que participó. Año para el olvido. Y conste que fue un año de inversión, que la directiva planeaba cerrarlo con grandes celebraciones porque nueve décadas no se cumplen todos los días. Poco más de 12 millones de dólares se gastaron, además de cargar con una pesadísima nómina mensual, con jugadores caros y de poco rendimiento.


El armado del equipo, la contratación de refuerzos inducidos desde Miami, Florida, la confianza que depositó en ellos el socio mayoritario de Televisa y dueño-fan del América, Emilio Azcárraga Jean y la pasividad con que el presidente de las Águilas, Guillermo Cañedo aceptó todas las sugerencias de Manuel Lapuente tienen hoy un saldo para apenar a sus aficionados.
El hilo conductor de muchas cosas que ocurren dentro de la institución de Coapa viene de Miami. El poderoso promotor Carlos (Martínez) Hurtado, asentado en aquella ciudad, que gana más que cualquier presidente de equipo, que cualquier entrenador y que cualquiera de las máximas figuras del futbol mexicano, mantiene una estrecha relación de muchos años con Manuel Lapuente, con Luis Fernando Tena, con su hermano Alfredo, con Víctor Manuel Aguado, con el doctor sin título Julio César Cantú y probablemente (versión no confirmada) con el actual presidente Guillermo Cañedo, quien vivió algunos años en Miami cuando trabajaba para la OTI.
En Miami se decide el técnico en turno del América, la cantidad y hasta el precio de los refuerzos. Todos saben que la mano que mece la cuna en el América es la del poderoso zar de los promotores, Carlos (Martínez) Hurtado en el América. Lo saben todos... menos Emilio Azcárraga, el que pone el dinero.
El "Flaco" Tena es, según palabras de Carlos (Martínez) Hurtado, su más fiel intérprete, el que mejor lo entiende, el soldado más leal en su nutrido grupo de entrenadores que maneja para los equipos del futbol mexicano.
En esa abundante lista se encuentran no sólo los hermanos Tena, sino el propio Lapuente, Víctor Manuel Aguado, Mario Carrillo, Benjamín Galindo, Rubén Omar Romano, Isaac Mizrahi, el "Yayo" de la Torre y una enorme lista de auxiliares técnicos, preparadores físicos, médicos y hasta secretarias.
Cual hábil titiritero, Carlos (Martínez) Hurtado mueve los hilos en más del 50 por ciento de los equipos de primera división. Decide nombres de entrenadores, refuerzos y costos de las cartas de transferencia. Es el que controla el mercado del futbol profesional en México.
Su mercado-base de compra se concentra en Chile y Argentina, con ramificaciones en otros países sudamericanos y su mercado-base de venta es sólo el futbol mexicano.
Allá consigue jugadores en 100, 200 o 500 mil dólares, que luego son colocados en el mercado mexicano en un millón, millón y medio, dos y hasta tres millones de dólares.
Su manejo depende de que "sus" entrenadores "exijan" ciertos nombres de refuerzos, los cuales él promueve, compra y vende. Muchos de sus leales entrenadores han estado sin trabajo seis meses o un año y desde Miami les llega una "compensación" para que no bajen su nivel de vida. Es una operación encubierta, de la que todos hablan, pero pocos la pueden probar. Lealtad entre incondicionales.
El fracaso del América no es tan visible por lo que ocurrió en la cancha. Si de verdad se quiere investigar el asunto, hay que poner la mira telescópica dirigida hacia la ciudad de Miami, en La Florida. Allá se planeó, se ejecutó y se completó el "fracasotototote" de las Águilas, en el peor año: el del 90 aniversario.
No sólo perdió dos veces la liga (ante Pachuca y Chivas), no calificó a la Copa Libertadores, sino que exhibió toda su mediocridad en el Mundial de Clubes, a donde fue a hacer uno de los papeles más lamentables en la historia de la Concacaf.
América perdió el clásico ante Chivas, el liderato de equipos campeones de México y hasta la vergüenza en el Mundial de Clubes. Pero esta historia, que concluyó en Japón y repercutirá en México, tiene su origen en Miami.
Allá está el contacto de todos los que toman decisiones futbolísticas en el América. Es algo que seguramente Guillermo Cañedo sabe y que probablemente Emilio Azcárraga ignora.




miércoles, 20 de diciembre de 2006

Se tambalea el Hospicio Lapuente-Hurtado

Por Rafael Ramos Villagrana para la Opiniondigital.com

Se apodera del escenario de las desgracias y el escándalo el Clan Lapuente.
O el Clan Lapuente-Hurtado, éste por Carlos, el promotor que gobierna, desde las sombras, las pasarelas de entrenadores y jugadores de varios equipos, principalmente Cruz Azul y más reciente y tristemente, del América.
Ha rendido malas cuentas pues el Hospicio Lapuente.
Primero, Mario Carrillo le propina a Hugo Sánchez una severa paliza con un ataque verbal y frontal que el Pentapichichi no vivía desde sus asaltos dialécticos de rupestre nivel con Ricardo La Volpe.
Después, el América redondea un 2006 de tropiezos y torpezas, originadas en los escritorios y los divanes, hasta desembocar, como debía de ser, lamentable y lógicamente, en fracasos sucedáneos en la cancha.
El Hospicio Lapuente-Hurtado ha sido zarandeado por errores de sus hijos mimados.
Primero, lo de Carrillo, deja constancia de la personalidad conflictiva y complicada de un entrenador que por momentos parece sacado de la realidad.
Trató de usurpador a Hugo al afirmar que el timón del Tri le pertenece, y de asegurar que el Pentapichichi no garantiza, por deducción, hacer mejor las cosas que La Volpe, además de cuestionarle su afición por comportarse como divo y ser objeto de canonjías y regalos.
La Volpe nunca tuvo ese exquisito toque venenoso ¿sutil? para sentenciar a su adversario y no cabe duda que el ataque llegó de donde menos se esperaba: el hombre que fue brazo derecho y domesticó en cuestiones de estrategia funcional al mismo Pentapichichi, lerdo, bisoño y timorato en esas funciones.
Carrillo, sin diadema pero con intercomunicador, analizaba, con esa prodigiosa visión que tiene para el ajedrez de cancha, a los Pumas y a los adversarios y resolvía, sin problemas, los "sudokus" y demás trabalenguas que el Pentapichichi conplementaba con el lenguaje —limitado por cierto— motivador –excelente, por cierto— del que goza.


Las contemplaciones de Carrillo sobre usurpador, sin garantías y vanidoso, no son verdades nuevas sobre Hugo, pero se atrevió a restregárselas crudamente en tiempos de paz, en los que se esperaba que le dedicara a su ex amigo más bien una ronda de villancicos.
Sin embargo, lo más grave es el tono cizañero en el que maneja "los regalos" que cobijan a Hugo Sánchez, cuando aún sigue arrullándose la acusación hecha por el diario RÉCORD a él y a su representante José Manuel Sánz, de cobrar por contratar y por alinear jugadores. Hugo nunca denunció ni demandó como lo prometió.
Carrillo pues, hecho a mano por Lapuente, aunque no a su imagen y semejanza, se salió de los libros de conducta y ética del cunero lapuentiano de manera inesperada, para después, reconvenido por su directiva, que le pide que mire la viga en el ojo propio sin preocuparse por la paja en el ajeno, guardar silencio.
¿Traición? ¿Antiético? Puede ser eso y más lo hecho por Carrillo.
También puede ser que, enterado de la frágil situación de Hugo ante los dueños de equipos, equivocadamente, Carrillo decidiera postularse de manera muy precipitada ante quienes nunca lo consideraron.
También puede ser que quisiera cobrarles cuotas por desprecios compartidos, a directivos y a Hugo, o que la embestida haya sido recomendada, porqué no, por parte de su propio representante Carlos Hurtado.
Sin embargo, lo más lógico parece ser un embate generado por su cabecita calenturienta y despistada. Baste ver las fotografías y videos en los cuales, sin interlocutor ni público, de repente empieza a hacer movimientos solitarios. Uno recapacita sobre si son aprendidos en el Feng Shui que introdujo La Volpe entre los técnicos mexicanos, o será alguna tarea atrasada de su clase vespertina de Kung Fu, o tal vez una sesión de los pasos inolvidables del cómico mexicano "Resortes", o simplemente un desdoble cómico, preocupante e inoportuno de una doble personalidad.
Por el otro lado, ya hace una semana hablamos, bajo el léxico lapuentiano, del "Fracasotototototote" del América de Lapuente y los hermanos Tena, Luis Fernando y Alfredo.
Al ridículo doméstico ahora se suma el de haberse convertido en el hazmerreír internacional en el Mundial de Clubes.


América tocó fondo, pero el problema es que cayó bocabajo y parece ser capaz de seguir cavando más profundo.
Que si es un equipo demasiado exigente para Luis Fernando; que si deben salir los hermanos junto con Lapuente; que si sólo ha servido para la transferencia indiscriminada de jugadores en sociedad de los mencionados con Hurtado, y que le han hurtado al América personalidad, prestigio, futuro y decencia, son algunos de los argumentos que planean, como carroñeros zopilotes, sobre el Nido de donde han huido las Águilas.
Una imagen es más contundente. ¿Recuerda?: América empata a uno con el equipo egipcio. Talento de Cuauhtémoc y, al fin, contundencia de Cabañas. Las cámaras enfocan a un Blanco que no felicita al anotador y apenas percibe, con tibieza, y una mirada fría, el agradecimiento de Cabañas, cuyo gesto es más conciliador, implorante, que de amistosa retribución.
América es un equipo roto, cuarteado, al que además le faltan, ya, juventud y talento en la defensa y en media cancha.
¿Peca de senilidad el Hospicio Lapuente-Hurtado?
Parece haber más de fondo.
Y, no lo dude, América se encargará de corroborarlo.