Por David Faitelson para ESPN
BRISTOL -- Lo único que no se le puede permitir a un fanático del América es que no acepte la responsabilidad de ser favorito a campeón.
Aún en una época de vacas flacas, de cuatro torneos consecutivos sin liguilla, de una cercanía peligrosa hacia la tabla porcentual y de muchas dudas sobre si la gente que le comanda es la adecuada, a pesar de todo ello y de toda la amargura acumulada, el América es el candidato natural al título.
Y para no variar, fiel a su costumbre, el equipo salió a gastarse su riqueza institucional y volvió a conformar una de las nóminas más temibles del campeonato.
Cuando uno se pregunta cuál es la columna vertebral del América encuentra la respuesta a sobre si tiene o no lo elementos para volver a ser un protagonista. Con Ochoa en la portería, el colombiano Mosquera en la defensa, Pavel Pardo en la media, Montenegro, Boseajour y Rosinei como volantes y Cabañas aportando su explosión en el frente, la fotografía inicial será capaz de asustar a cualquier rival.
Lo que suceda después podría ser problema de varios causales, incluyendo a un entrenador como Chucho Ramírez que continúa en proceso de aprendizaje, pero para el cual, sin duda, no habrá mucha paciencia si los resultados no llega con la inmediatez apropiada.
Cuentan que el domingo, mientras veía como el Chelsea les ganaba en el nuevo estadio de Dallas Cowboys, el presidente americanista Michelle Bauer reclamaba la manera en que Ramírez había propuesto el partido y los cambios del mismo. Bauer aceptó, esta vez, que el América está satisfecho con lo que ha llegado y que nada justificaría un eventual fracaso.
A partir de eso, los americanistas no deben ponerse nerviosos cuando se indique que cuentan con todas las herramientas para volver a su grandeza de antaño. No hay historias ni pretextos que valgan. Son favoritos, deben volver a la liguilla, debe ser protagonistas, deben jugar bonito y deben ser campeones. Tienen esa obligación, simplemente por ser americanistas y ya...
