lunes, 30 de noviembre de 2009

Campo de cenizas

POR DAVID FAITELSON PARA ESPN

El América vuelve a entristecer a su pueblo; primero lo ilusiona, le promete y luego, cuando tiene que aparecer, se esconde en la penumbra de una noche fría y solitaria en el Estadio Azteca...




MÉXICO -- El America decidió jugar con fuego. Y mientras lo hacía, volvía a pesar sobre su camiseta y su estirpe un vacío existencial y filosófico que sus fanáticos no soportan más...

El America decidió jugar con fuego y se quemó, se quemó otra vez, sin repuesta, sin alma, sin espíritu, sin nada de nada.

El America de Chucho El Roto (con respeto para la leyenda del bandido bondadoso) se quedó en el camino, alargando la pena, el hambre y la agonía de su siempre emotivo y pasional pueblo...

El América se enfrió, Cabañas se congeló y el Azteca, que se llenó de cemento helado, lo vio irse, otra vez, por la puerta de la vergüenza y el fracaso...
UNA NOCHE FRIA...
Hace frío, el sol busca salida entre las espesas nubes que cubren el cielo de la capital. La luna, por su parte, amenaza con entrar a escena en cualquier momento.


Para algunos la noche no será tan fría, sobre todo si esta cerca la botella del mezcal...
Una familia completa ha hecho el viaje desde Guatemala para seguir al America...
La eterna camiseta de Brailovski, la foto de Esqueda, el águila de verdad, la manta que recuerda a De Nigris, niños llenos de emoción, el tren ligero lleno de pasión y un sentimiento de solidaridad entre los sufridos fieles del mismo pueblo. En la explanada del Azteca sobran boletos, algo raro para cuando un América se asoma a una liguilla, sobre todo si se ha ausentado tan tiempo. Sobran, también, televisores encendidos con la señal inequívoca de que el otro dueño de las pulsaciones capitalinas está acabando con el mito poblano y aterrizando en las semifinales... Los americanistas, los pocos o muchos que están hoy aquí, parecen sentirse obligados...

El pueblo rayado también busca un lugar en la inmensidad del escenario. Y aquí están, todavía húmedos por la nostálgica y emotiva jornada del sábado en Monterrey, pero confiados en que su equipo sacara el resultado conveniente.

La camiseta de Suazo como insignia, la del Tano como un homenaje a la posteridad.

El crepúsculo avanza rápidamente hasta convertirse en una noche siniestra, aunque algunos permanecen impávidos mostrando leyendas como éstas, donde aseguran que seguirían a su equipo hasta el cielo. Al fondo, por Tlalpan e Insurgentes, entre los puestos de fritangas, entre las torretas de la policía, entre los murmullos del miedo, aparece la temible porra amarilla, hoy por hoy, quizá lo único de americanista que en realidad conservan...

LA VUELTA A UNA LIGUILLA...
La vuelta a la liguilla luego de dos años parece un trauma que el pueblo americanista no alcanza a superar. Hay 45 mil, quizá 50 mil clientes esta noche, algo fantástico para cualquier equipo, pero no para el América, no para su Estadio Azteca, no para sus sagrados colores y para sus canonizados jugadores. Es una pena, pero faltaba más. El escenario inconcluso no será la única deserción de la noche...
Las manos entrelazadas, el cigarro más encendido que nunca, los nervios a tope, las miradas vacías, los rezos profundos, las palpitaciones casi adormecidas, los binoculares que no encuentran el horizonte, la mascara para esconder el enojo, los cacahuates y la habas para mitigar la ansiedad, la cobija para encontrar el calor que no desprende la cancha, la retina dilatada..


¿Sabrán los jugadores, sabrá el entrenador lo que ellos pueden provocar o dejar de provocar acá arriba?

Si lo saben, no lo demuestran....

EL AMERICA DE "CHUCHO EL ROTO"
Y el problema que éste América puede. Puede más de lo que realmente enseña. Antes de que termine el primer tiempo, Baloy patea con ímpetu dentro del área y se encuentra un americanista en el camino. Penalty inobjetable. Cabañas lo cobra... digamos que bien... El America está en semifinales. La algarabía se desprende...

Y la escena queda grabada en el celular de este fanático que del estadio Azul brincó rápidamente al Azteca. O en este otro, que ni tardo ni perezoso mandó el mensaje con la ventaja amarilla. O quizá de éste, que parece preocupado porque alguien lejos de aquí capte el ambiente del escenario.

La esperanza renació en la gradería norte. Lo que ellos no sabían es que era el inicio del sufrimiento y la agonía...


Aquí justamente aquí es donde nadie entiende a Jesús Ramírez. Mientras Vucetich, "viejo lobo de mar", mueve sus piezas en el tablero de ajedrez, el imberbe técnico americanista repliega al equipo para conservar la escasa ventaja que posee.


Cabañas no está fino esta noche, el portero visitante anda en gran jornada y a los Rayados le basta una, sola una, orquestada por quién hoy podría ser considerado el jugador más destacado del futbol mexicano. El chileno Suazo y sus compañeros ya bailan y festejan en la banda. Se acabo. Un golpe letal, directo, funesto. La historia esta finiquitada...

SUFRIMIENTO, AGONIA...
Los ojos enrojecidos. La mirada inconmovible. El semblante angustiado. La sonrisa convertida en miseria. El desperdicio de adrenalina...

Pero hay una más. El destino le mando este centro a Cabañas. Se lo puso ahí... Mételo, vuélvete a vestir de héroe, sacude el corazón de tu pueblo. Dale esperanza... No, el miserable remate pasa lejos de la portería rayada. Se acabó todo...

El América se fue en otra noche fría, vacía, inexplicable para su rica historia en el futbol mexicano. Al final y como ha sido en los últimos años, dejó un paraje lleno de cenizas, de hambre, de una destrucción infinita en la creencia y en el ego de su pueblo. Inversión viene, inversión va, jugadores, técnicos, expectativas, sueños, ilusiones, humo y nada. El americanismo no merece esto, no lo merece su casta, su escudo, sus sueños, las ilusiones de sus seguidores y las caras inocentes de sus niños. ¿Hasta cuando, América? ¿Hasta cuando permitirás que tus fieles sigan llorando?