Cuando parecía ser una semana relajada y a la espera de 2010, resurge un tema que si bien es detestable, existe y se cumple. El estúpido e injusto llamado pacto de caballeros es un pretexto para no cumplir con el reglamento de transferencias de FIFA y hacer y deshacer a los directivos mexicanos en relación al destino de un futbolista.
Cuauhtémoc Blanco fue claro el pasado sábado y sin descubrir el hilo negro, sólo enfatizó y con gran valor culpó a quien debía culpar, con nombre y apellido, por no dejar contratar en el Veracruz a dos jugadores: Reinaldo Navia y Walter Gaitán, el primero con la necesidad de la autorización del América y el segundo con la del Necaxa.
Al enterarse que América pide 300 mil dólares para que el chileno pueda jugar con Veracruz, Blanco explotó. Navia no juega en México desde hace tres años y ahora resulta que cuando nadie lo quiere se le quiere sacar dinero por su pase. Así es el pacto, pero lo risible es que en teoría, Cuauhtémoc también tuvo que recibir el aval de América para ir a Veracruz.
Yon de Luisa juega con fuego y puede quemarse muy pronto. No se ha dado cuenta de que el suegro de su jefe es el dueño del Veracruz y que tarde o temprano intervendrá para resolver el caso Navia como seguro intervino para que Blanco fuera contratado.
La meta de De Luisa es ser presidente del América, pero tras fracasar el equipo en el torneo pasado, él nunca se asomó. Parece que está dando atole con el dedo a quienes lo pusieron ahí para que al final sea él quien se quede con la presidencia. Ha tomado gran poder en la organización y su paciencia le da para esperar un nuevo fracaso deportivo, que podría ser en el Interliga o en el Clausura 2010. Michel Bauer debe tener más cuidado en sus oficinas que en el campo con el entrenador y sus flamantes contrataciones.
Al hablar de este tema, Blanco está en riesgo de ser mal visto, de apartarlo de la élite del futbol mexicano, quien maneja este pacto de caballeros.
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