sábado, 16 de enero de 2010

Una merecida rechifla

Sigue pasando el tiempo y continúan acumulándose los fracasos americanistas. La eliminación del torneo Interliga ha dejado rabia e impotencia.
Sus directivos no aceptan la derrota, la maquillan diciendo que únicamente no se cumplió con el primer objetivo. Los jugadores están confundidos y por más que dicen que están bien anímicamente, yo lo dudo.
El equipo sigue sin ser regular: tiene altas y bajas. En los segundos tiempos suele caer mucho su nivel y no terminan por ser el equipo sólido y contundente que todo el mundo espera.

En el banquillo no veo al técnico con la personalidad ideal para dirigir al América. Le falta desde mi punto de vista decisión para realizar modificaciones que pudieran ser arriesgadas en cierta altura del partido, pero que también le dieran otra cara al equipo.
Por todo esto el americanismo se ha hecho sentir a las afueras del nido de Coapa, por medio de una de sus barras bravas. Cánticos que lo dicen todo y exigen mucho.

“¡Olé le ola la! si no ganan la copa que quilombo se va armar.”

Así, previo a ser recibidos por el plantel, los barra bravas desahogaban su enojo y frustración. Ingresaron al club para presenciar el entrenamiento con sus banderas, camisetas, tambores, trompetas y un corazón dolido. Recordaron los errores que tuvo Cabañas ante Monterrey en los cuartos de final del torneo anterior y el penal errado en el Interliga. Todo esto ocasionó gritos de exigencia para el rendimiento del delantero americanista.
“¡Pongan huevos, Cabañas, pongan huevos!”
Puede ser que hayan sido injustos al presionar a aquel salvador, en muchas ocasiones, del equipo. Pero los fracasos acumulados han hecho que la desesperación invada a la afición y ellos a la vez se desahogan presionando al que hoy para mí es uno de los máximos referentes de la institución. Tienen razón estos aficionados que asistieron a las instalaciones de Coapa, no es justo que año tras año, torneo tras torneo, reciban una cuchillada de parte de su equipo. Espero que los gritos y cánticos, los tamborzazos y trompetazos hayan calado en el coraje y sentimiento de cada uno de los jugadores y del técnico, para que abran los ojos y se den cuenta que no pueden seguir perdiendo partidos y dejando escapar títulos. Porque en los equipos grandes esto esta prohibido.

La hora cero - Mauricio Ymay - Para Excelsior
FUENTE:
EXCELSIOR