miércoles, 26 de mayo de 2010

Bandera a media asta

El americanismo no puede estar conforme con la llegada de Manuel Lapuente.

Hay tres históricas frases que me vienen a la memoria inmediata. La primera es la mas trivial, aunque no deja de ser vergonzosa (todo hemos tenido algún desliz mental en nuestra vida) y dice así: "Cuauhtemoc Blanco es mejor futbolista que Zinedine Zidane".
La segunda, con la segunda tampoco pasa nada. Tomémosla como trivial, simpática, aunque poco profunda: "Fracasototote".

Y la tercera sí que es para preocuparse, para tomarla en cuenta, para sentirla y para recriminarla, sobre cuando se trata de un entrenador de fútbol, al servicio de la cancha, de una distracción, de una obra de arte: "Si lo que quieren es espectáculo, pues vayan al circo".


El América tomo la decisión mas fácil, la salida falsa, la que tenia a modo, la de los números, las de las estadísticas, la del recuerdo fastuoso, casi inmortal de nuestro muchas veces poco bendecido futbol.
¿Manolo Lapuente es la solución? ¿La solución de qué, para qué, bajo qué fines, argumentos, ideas, sueños... ?
Lapuente es un buen entrenador. Eso nadie lo puede negar. Quizá uno de los cinco o tres mejores de la historia del futbol mexicano. Ya ha pasado por el América, ya ha dejado lo que tenía que dejar y hoy para servir a los fines, a los objetivos e incluso a las urgencias que la institución requiere, no parece ser la solución adecuada.

No hace falta ser presidente del América para tomar la decisión que tomó Michel Bauer. Fue muy simple, regular, mediocre: buscó en el libro de récords y encontró disponible a un entrenador de grandes números en el mercado mexicano. ¡Felicidades! Habría que premiarlo de antemano por ser atrevido, por jugársela, por intentar darle otra fisonomía, otro camino, otro reto y otra ilusión al aficionado de su equipo.
Y es que el americanista no puede ni debe festejar la vuelta del Lapuentismo a Coapa.

Los estilos no son compatibles, las ideas no son las mismas, los modos de vida son diametralmente opuestos.
Que no lo engañen, amigo americanista. Lapuente no es americanista, no come en la misma mesa, no se ríe como ustedes, no entiende la vida en la cancha vestido de amarillo. Lapuente tien un sistema y es respetable, fantástico para algunos, pero lejos de la gloria de Reinoso, del Pichojos, de Zague, de Tena, de Ortega, de Zelada, de Brailovski y de muchos otros que vistieron y entendieron la responsabilidad de ser americanista.

Lapuente está de vuelta con un equipo al que hizo campeón hace 8 años. Lapuente está de vuelta a una cancha que ha perdido su identidad y Lapuente está de vuelta en un tribuna que todavía extraña -imagínese usted- a su América de Leo Benhakker de los años noventa.
Ojala me equivoque, pero hoy es otro día de bandera a media asta para el americanismo. Lo peor no es tener a Lapuente, insisto, un técnico ganador e histórico. Lo peor es depender de un presidente tibio, timorato, buena gente... La historia reclama otra cosa para el América y para el americanismo.

Publicado por David Faitelson
Para ESPNdeportes.com