martes, 28 de febrero de 2012

Club América, Inc.

Deporte al portador
Román Revueltas

Leo, en la revista Expansión, un reportaje sobre el Club de Futbol América. Escrito por Martín del Palacio, se titula, muy apropiadamente, “Borrón e Imagen Nueva”. No es, sin embargo, un estudio sobre los planteamientos de juego del Piojo Herrera ni un análisis táctico ni un repaso a las rutinas de preparación física de sus futbolistas sino, tratándose de una publicación de negocios, un recuento sobre las recientes decisiones tomadas por Televisa para mitigarlos efectos que el desplome del club pueda tener en la imagen de la empresa.

Estamos hablando de que el rating televisivo de las Águilas ha caído 22 por cien en los últimos dos años. Naturalmente, los aficionados están dejando también de ir a los estadios –y esto no sólo con el América sino con la práctica totalidad de los equipos del futbol mexicano (a excepción, tal vez, de esos dos de Monterrey, Tigres y Rayados, que cuentan con una afición nobilísima y entregada)— pero esto no es siquiera un asunto de boletos vendidos sino, justamente, de imagen.

Emilio Azcárraga había confiado la salvación del club a Michel Bauer –un hombre de todas sus confianzas— luego de que América quedara en un deshonroso último lugar en el torneo Clausura 2008 (o sea, que la cosa viene ya de lejos). Pues, el bienhechor, luego de quemarse más de 35 millones dólares y de contratar a cinco técnicos, no logró ningún título y apenas logró colarse tres veces a la liguilla en tres años y medio. Tras quedar en penúltimo lugar en el pasado Apertura, fue el momento de volver a reinventar la receta. Bauer se fue y, bueno, ahora tenemos a dos presidentes del equipo, uno que se ocupa de lo deportivo y otro, digamos, de lo puramente empresarial.

Los retos están a la vista: por lo pronto, lograr la clasificación en la liguilla; luego, conformar una base de jugadores propios surgidos de las fuerzas básicas; y, para la conmemoración del centenario del equipo, haber ganado dos títulos y superar, así, a su gran rival, el Guadalajara.

Esto, los de los clubes-empresa, no es un asunto sencillo. Miren ustedes, para mayores señas, lo que ocurre con el Manchester United. Es el equipo más rico del planeta; vale 269 millones de dólares. Pues bien, su pariente pobre, el Manchester City, le saca en estos momentos cinco puntos de ventaja y encabeza la liga Premier. Y el Chelsea, apuntalado a punta de billetes por mi tocayo, el millonario ruso Roman Abramovich, va en cuarto lugar. La magia, creo yo, no se puede comprar. O, bueno, no siempre.

revueltas@mac.com