lunes, 27 de mayo de 2013

Disfrútenlo

La nación americanista amanece hoy con 11 estrellas en su historial. 11 títulos que pueden presumir a toda ley, con una camiseta empapada de esfuerzo, de coraje, de amor a sus colores. Lo que vimos anoche en el Azteca puede ser, si se lo proponen, el comienzo de una época, porque éstas son justamente las historias que hacen grande a un equipo.


América llegó muerto al minuto 88 y sacó fortaleza de donde no había. Su gente comenzaba a abandonar el estadio, los gritos de apoyo cada vez eran más débiles y en lo alto, la cabecera sur de La Sangre entonaba el ‘Canta y no llores’. Era el marco ideal para que los cementeros acabaran con su sequía punzante de títulos. Pero como en una película de drama, una caprichosa vuelta de tuerca cambió todo y modificó el guión, dejando a todos pasmados. Pero como esto no podía terminar así de simple, apareció el vuelo de Moisés Muñoz que iba para las manos de Corona, pero antes fue desviado por Castro provocando el delirio águila.


Y luego, como esto no podía terminar así como así, se fueron a penaltis y el paroxismo llegó con la conquista desde los 11 pasos. Cruz Azul estaba noqueado desde el gol de Muñoz y en la tanda sólo confirmamos lo que era evidente desde la tribuna. El golpe era mortal, sólo fue cosa de esperar al último aliento de vida.


Estuve en el estadio y fui testigo de una explosión que creo jamás había tenido el americanismo, porque nunca habían ganado un título con tal agonía, en ninguno de sus campeonatos previos habían llegado a instancias semejantes, por eso el estruendo del Coloso fue brutal.


Bien Miguel, bien ganado, es tu primer campeonato y te debe saber a gloria. Bien por todos los jugadores, porque supieron sobreponerse al duro golpe de recibir una expulsión temprana y un gol que parecía sepultarlos. Eso es carácter y América lo tiene.


De Cruz Azul, sigo insistiendo como lo he hecho desde siempre, que esto no es de maldiciones, tampoco de embrujos o karmas. Este es un gran equipo que necesita trabajar en lo mental para saberse ganador, de lo contrario vendrán una y mil Finales y las va a perder, pero sólo ellos pueden revertirlo.


Qué ironías, estuvieron a 30 segundos de ser el Campeonísimo del futbol mexicano y acabaron como el “subcampeonísimo” que tanto punza en el amor de sus aficionados.


POR VÍCTOR EDÚ, PARA EL DÍARIO RÉCORD.