martes, 28 de mayo de 2013

La final

1. Héroes y Villanos
Con la equívoca facilidad que se tiene en el futbol de creer que sólo sirve ganar y todo lo demás es desechable, los americanistas deben ser aplaudidos sin pudor, pero también los de enfrente, los caídos, el Cruz Azul, tienen que ser reconocidos. Lo anterior lo redacté en mi Twitter y penosamente constaté que, en efecto, sólo ganar es válido, cosa a la que me seguiré oponiendo. De paso, recibí las correspondientes mentadas que en este saleroso recinto son tema común.

Alguna vez, una buena amiga, Fernanda Solórzano, experta en cine y en varios tópicos más, me dijo cuando trabajamos juntos en Hechos AM en relación a las agresiones vía Internet: “los resentidos siempre han existido, las redes sociales sólo los hacen más visibles”. Cuánta verdad, pero entendiendo que resulta imposible debatir ideas y propuestas con el mínimo respeto, por lo pronto seguiré inmerso en este pintoresco universo.

Pasando al juego y a su novelesco desenlace, la historia suele cobijar al vencedor y destaza al vencido; no lo comparto por lo que trataré de no tropezar en este barato agujero. El América fue un justo vencedor, de eso no existe duda; cuando se le terminaron los argumentos futbolísticos, se abrazó al corazón, fue voraz, empujó como pudo y terminó atropellando a su enemigo. Durante largos pasajes del duelo estuvo confundido, no supo cómo lastimar, cómo atacar con atingencia, se topó con un remate tuyo, Aquivaldo Mosquera, que desató una fiereza que resultaría insostenible. Este América Campeón, guardando las distancias, arañó la esencia de su honorable pasado, me recordó a aquellos equipos americanistas del ayer que tenían que ser liquidados, porque si nos los aniquilabas, te terminaban asfixiando sin que pudieras detenerlos. Este tipo de rebeliones, de revueltas, insisto, fundamentadas en la emoción, son fantásticas, son historia de éxito que no sólo serán remembradas por levantar la Copa, si no por el cómo lo lograron; el corazón en un puño y la certeza de ganar en la otra mano.


El americanismo debe sentirse sumamente orgulloso de este campeonato, volvieron del averno para sentarse en el trono y eso sólo está destinado para muy pocos, hombres privilegiados que saben asimilar las circunstancias amargas, sabedores de que siempre existirá un reducto para revertir las tendencias, por más sombrías que éstas sean.

Del otro lado, una entidad en la que el dolor es parte inherente de su reciente pasado, pero que también se levantó de la muerte hace algunos meses, que se reinventó cuando todos los daban por fenecido. Un club que es asiduo a las finales, y por supuesto, existen dos lecturas para esto, la primera es que no saben ganar; la otra es que siempre están, a cual se le pretende dar más mérito; es cuestión de opinión, dirían los puristas. Es por lo anterior que mencionar que todo lo realizado por Cruz Azul es bazofia, me parece terriblemente irresponsable. Culpar al mal fario de esta malaria también sería errado, tuvieron tres opciones claras de gol para finiquitar el asunto; un par a tu cargo, Pablo Barrera; en una de ellas tuviste solo a Javier Orozco dentro del área pero nunca te diste cuenta; tu falla, Teófilo Gutiérrez, fue inverosímil, ésas se meten con la cara si es necesario. En los dos goles en contra, primero tú. Julio César Domínguez, la dejas pasar como torero; y en la última tú, Alejandro Castro, atacaste mal la pelota por estar mal parado. Todas, acciones de juego, no volados, así que saquemos la mala fortuna de la ecuación.

Mención aparte merecen los porteros: tú, Moisés Muñoz, que durante mucho tiempo de tu carrera naufragaste en la inopia, por fin das un golpe de autoridad y te conviertes en figura, en salvador, en referente. Por tu parte, Jesús Corona, qué más se te puede pedir, un personaje como tú que le salvó la vida múltiples ocasiones a los suyos y que los mantuvo en la pelea hasta el final; ambos en esta historia tienen un pequeño estrado reservado, entendiendo la lógica alegría por un lado y la obvia desazón por el otro.

Como conclusión, gracias a la pelota que nos volvió sacudir la médula, este tipo de novelas le hacen muy bien a un maltrecho futbol mexicano; insisto, gracias América por tu bravura, y también gracias, Cruz Azul, por siempre rozar instancias mayúsculas.

POR LUIS GARCÍA PARA EL DIARIO RÉCORD.