lunes, 27 de mayo de 2013

¿Piojo-dinastía sin Chucho-dependencia?

MÉXICO -- Siempre ocurre: las grandes batallas dejan graves heridas. No hay ganador absoluto, aunque siempre hay un perdedor absoluto. El glamour de la victoria tiene fecha de caducidad. Las calamidades de la derrota también, pero a más largo plazo. América, seguramente, no se aburguesará en los vapores de la gloria, esos que anestesian los sentidos y los sentimientos, y por lo tanto la razón. El futuro no espera para el ganador. No puede vivir de sus epopeyas ni de sus altares frágiles de brevísima consistencia. El barro se rompe por exceso de agua o por exceso de temperatura.



Nada indica que Miguel Herrera podría salir del América. Lo bendice el estado catártico que ofreció, de purificación, de purga, de sopor festivo a su afición, a su directiva y en especial a su propietario, Emilio Azcárraga Jean, al grado de desnudarse del torso y festejar al más puro estilo de la tribuna, y queda claro que le garantizan al Piojo la permanencia, a pesar de sus deslices y sus dislates verbales previos.

Toma previsiones el América. Chucho Benítez sueña con Europa. Estuvo en la Premier, pero no pudo quedarse. Ya tiene a Jefferson Montero asegurado, se queda con Narciso Mina, y Raúl Jiménez deberá ser un histórico del futbol mexicano en su carrera.

Sobre el caso de Benítez, ¿suena congruente emigrar a los Emiratos Árabes o a Rusia? Ambos ofrecen pagarle, no su peso en oro, sino el de su familia entera. En el balompié árabe triunfará, habrá que ver con el estilo de vida. ¿Rusia? Aspiraría a las grandiosas pasarelas europeas, aunque el clima ha espantado a figuras. Merece correr el riesgo. Si no hoy, ¿cuándo?

¿Seguirán Oswaldito Martínez y Hobbit Bermúdez, jugadores de relevo? ¿Y Rubens Sambueza quien desapareció en los momentos cumbres de la Final? Ya se habla de nuevo de Aldo Leao Ramírez en jugada de carambola. Ojo: América además deberá involucrarse en torneos de la zona, los cuales le exigirán que gane. Y un trauma que impera en el futbol mexicano: la campeonitis. Sólo uno ha logrado inocular a su equipo en torneos cortos: Hugo Sánchez con Pumas. ¿Los demás? Sucumben.

Herrera, en el pináculo de la euforia, se engolosinó y prometió al lado de su directiva instaurar una dinastía de títulos, el soñado Campeonísimo que sólo tiene uno con semejante genealogía: Chivas. Y no consiste en cuántos títulos sumas, sino en una generación, en una casta, en una prole triunfadora que aglutine títulos en corto tiempo. El Piojo tiene discurso. Tiene trato con el jugador. Con este campeonato, garantiza aún más el respaldo de sus directivos y eso significa pedir refuerzos.

Herrera tiene un cheque en blanco sobre la mesa para buscar jugadores, aunque, asegura, tiene también cheques en blanco en sus fuerzas básicas. Ha afirmado que ahí, en El Nido, hay más como Diego Reyes y Raúl Jiménez. ¿Le ayudará el campeonato también a encontrar un poco de mesura en su explosividad? Cierto, el Piojo no debe dejar de ser el Piojo, pero también el Piojo debe aprender a no ensoberbecerse por la banda emblemática de campeón.

Además, gozará de otros privilegios: ha generado ingresos, atención, rating, y le ha reinstalado a la marca América condiciones de lustre para vender, bajo el estricto y odioso slogan, que innegablemente cumple con su efecto: "ódiame más". Ese es el gran reto para Herrera y Ricardo Peláez: tratar de armar una Piojo-dinastía, pero sin Chucho-dependencia.

Por Rafa Ramos para ESPN.