lunes, 18 de noviembre de 2013

Entre la burla al TRI y la hazaña del América

El técnico de México Miguel Herrera, volverá el fin de semana a su club para dirigirlo en la liguilla. ¿Burla o hazaña? México está convencido que la selección nacional vuelve rentable su futbol. La derrama económica que genera entre amistosos, torneos oficiales y eliminatorias alcanza para creer que sin ella los clubes no son nada. El campeonato de liga termina junto a la peor crisis de selección en años. Suponemos que el ánimo por ver futbol en la liguilla caerá y los partidos se parecerán mucho a ese juego espeso de eliminatorias que sufrimos las últimas semanas. Porque en México hay una relación insalubre entre clubes y selección. Esa figura totémica: el TRI, desgasta la devoción que una Liga necesita para funcionar. Siempre será más atractivo un partido entre dos equipos que pelean el campeonato, que entre las selecciones de México y Nueva Zelanda. El repechaje, esa crueldad de FIFA para quedar bien con todos, es una mala interpretación de la universalización del fútbol. Hoy, lo único que tiene claro México es que puede ganarle al campeón de Oceanía. Una travesía inútil mientras la liga se hunde en el abandono. El ejemplo del último título que enfrentó al Club América vs Cruz Azul, la final más emotiva en años, servirá durante mucho tiempo para entender que los intereses y sentimientos del futbol deben distinguir entre cariño por la selección y pasión por los clubes. No es el mismo juego, ni el mismo negocio. Un futbol que pretende crecer no puede vivir de las ilusiones y el mercado de un torneo que se juega cada cuatro años. Aun siendo campeonas mundiales las selecciones italiana, española, inglesa y alemana no son más o menos importantes que Milán, Juve, Barça, Madrid, United o Bayern. Preguntar a Blatter por la indemnización que Alemania debe pagar al Madrid al lesionarse Khedira en fecha FIFA. La verdadera riqueza del futbol se encuentra en los clubes, ahí es donde nace la afición al futbol. Las selecciones tienen que construir su camino aparte, desmarcándose por completo de las ligas nacionales a partir de Federaciones independientes. Pero México insiste en el patriótico modelo del “equipo de todos”, junto al “sí se puede” y el “nos vamos al Mundial” las frases más elocuentes de la cultura futbolera mexicana y su monopólico modelo de negocio. Apasionarse más por un equipo que por México no es ninguna traición, al contrario, es auténtica afición. Lo mejor que puede pasarle al futbol mexicano una vez superado el “jet lag” de un insólito vuelo a Nueva Zelanda, es que el Club América, dirigido por el último redentor, el “Piojo” Herrera, pierda el campeonato.