Gracias, Osvaldo, lo gritamos como locos. Y así brincó el estadio más mítico del mundo. Gracias, Oribe, tu profesionalismo pesará mucho más que cualquier declaración y los goles serán lo más trascendente que quedará grabado en la etapa del "Cepillo" con la camiseta americanista.
Las semifinales son otra cosa; es hora de darle vuelta a la página, pero nunca olvidaremos esa tarde en que la chiva asquerosa salió llorando del Azteca cuando lo remontó el villano perfecto. Lo volviste a hacer, crema querido.