(Reforma) - Una tarde de 1990, Angel González, buscador de talentos del Club América, llevó al adolescente Cuauhtémoc Blanco a probar suerte en el equipo de sus amores, cuyo nombre siempre pregonaba en su barrio natal de Tlatilco, o en su adoptado de Tepito, vaticinando que algún día todas esas fintas toreras, los goles de taco y las matadas de nalga los repetiría como profesional bajo la adorada camiseta azulcrema.
González era parte del cuerpo técnico de los equipos de fuerzas básicas, y su función era detectar chicos con futuro. Lo descubrió en el llano, en el Torneo Benito Juárez, donde formó parte de la selección del DF que salió campeona.
González era parte del cuerpo técnico de los equipos de fuerzas básicas, y su función era detectar chicos con futuro. Lo descubrió en el llano, en el Torneo Benito Juárez, donde formó parte de la selección del DF que salió campeona.
De cuna humilde, Cuauhtémoc era un chico normal, igual que muchísimos de los que llegaban a la institución, muy sencillo, hasta con algo de timidez hacia lo nuevo.
Desde su presentación llegó rodeado de una aureola. Fue probado en su categoría de 17 años y visto por los entrenadores de las divisiones menores.
Lo distinto de este joven fue que pasó en sólo dos días las pruebas que habitualmente duran un mes de observación. Sus cualidades técnicas asombraron a los estrategas de las divisiones menores y Blanco fue colocado de inicio en la segunda categoría amateur.
Desde su presentación llegó rodeado de una aureola. Fue probado en su categoría de 17 años y visto por los entrenadores de las divisiones menores.
Lo distinto de este joven fue que pasó en sólo dos días las pruebas que habitualmente duran un mes de observación. Sus cualidades técnicas asombraron a los estrategas de las divisiones menores y Blanco fue colocado de inicio en la segunda categoría amateur.
Tranquilo e introvertido
Cuando dio sus primeros pasos por Coapa, Blanco era un joven muy callado, tranquilo, cohibido, introvertido. Conforme fue recibiendo oportunidades de crecimiento, gracias a sus virtudes, Cuauhtémoc comenzó a ser hiperactivo, inquieto, juguetón y bromista, pero todo dentro de un comportamiento normal, reservado.
Sus mejores amigos, los pocos, fueron desde siempre los chicos en su generación, como Isaac Terrazas, Germán Villa y Víctor Salas, con quienes siempre hizo equipo y a los que define como "Los Cuatro Fantásticos".
Admiraba a los americanistas campeonísimos de los 80, como Alfredo Tena, Cristóbal Ortega y Daniel Brailovsky, y anhelaba ser como ellos.
Su sueño se volvió realidad en 1992, cuando el brasileño Paulo Roberto Falcao lo ascendió al primer equipo. Tena y Ortega fueron sus compañeros breve tiempo.
En los primeros seis años, no se le conoce a Blanco un acto de enorme indisciplina, salvo algunas anécdotas de debilidades propias de muchachos de su edad.
No tenía automóvil, siempre llegaba a Coapa en autobús desde Tlatilco. Raras veces en taxi. Después de que lo debutó Falcao, alternaba con el primer equipo y el cuadro reserva, hasta que Miguel Angel "Zurdo" López lo desterró en el América GAM de Tercera División.
La mano de Beenhakker
Se afianzó por fin en Primera División en la temporada 93-94, en la recordada época de Leo Beenhakker, y ahí estuvo a punto de dar su primera mala nota. Un día llegó a Coapa, por la mañana, con aliento etílico. En el vestuario, antes de salir a entrenar, alguien le sugirió que se metiera algo a la boca para disimular. Agarró la página de un periódico deportivo para masticarla. Beenhakker se dio cuenta de cómo estaba a los pocos minutos que pisó la cancha. El holandés lo mandó llamar y estuvieron platicando un rato lejos del resto del grupo, el cual hacía su calentamiento. Sus allegados le preguntaron después a Blanco qué le había dicho, y Cuauhtémoc respondió: “Que él (Beenhakker) también había hecho muchas tonterías cuando era joven, como yo. Que me la pasaba por esta vez, pero que si lo volvía a hacer me la ponía aquí", explicó Blanco mientras se llevaba la palma de la mano abierta a la altura del cuello. Jamás volvió a llegar en esas condiciones a entrenar.
Cuando empezaba a descollar en las Aguilas de Beenhakker, un encargado de fuerzas básicas lo definió así: "¿Sabes por qué Cuauhtémoc juega tan bien? Porque no le importa si tiene enfrente a los jugadores del Puebla o a los de la selección alemana. Lo único que le interesa es jugar".
Un sueldo de grosería
Su ascenso en 94-95 fue tal, que la directiva azulcrema le triplicó el sueldo en enero de 1995. También le prolongaron el contrato, en medio de un mar de rumores donde las Chivas se interesaban en sus servicios.
Todo llegó un día después de que Blanco declarara, ante cualquier micrófono que se le cruzara en su camino, que su salario de 3 mil pesos mensuales, lo que ganaba un jugador de Tercera División, era "una grosería, un jugador profesional no debe de ganar eso".
A su sueldo se agregaban las primas por empate de mil 100 pesos y el doble por victoria, como el que obtuvo en el inolvidable 4-3 sobre Guadalajara en el Jalisco, en esa campaña, y en el que Cuauhtémoc anotó el gol del triunfo.
Pero Blanco también sabe dar las gracias. Cuando Beenhakker fue despedido del América, y con Mirko Jozic instalado como DT en Coapa, Cuauhtémoc declaró que si era monarcas de Liga le dedicaba el título al holandés, "por todo lo que me dio".
Aunque no ha podido ser Campeón de Liga, sus éxitos deportivos siguieron en las playeras en que se enfundó. A su paso por Necaxa, en el que formó una delantera temible con Luis Hernández, lo que le valió volver al América, se agregó su gran actuación con el Tri en el Mundial de Francia '98, donde todo el planeta conoció su "Cuauhtemiña", además de anotarle un golazo a Bélgica.
Al finalizar el Mundial, Beenhakker quiso llevárselo a jugar en el Feyenoord de Rotterdam, pero todo se fundió porque Blanco se fue de vacaciones y nadie pudo dar con él.
Luego vino el título de goleo individual con las Aguilas, en medio de una campaña desastrosa de los azulcremas, el reconocimiento al mejor jugador mexicano entre sus compañeros de profesión en la encuesta de Los Mejores de Reforma, y la coronación en la Copa Confederaciones con el Tri.
El 'naquito' y el 'gato'
Los que lo conocieron en sus inicios como profesionales, y que lo han visto ahora, coinciden en que la transformación de Blanco se da por el lado negativo en su conducta fuera de la cancha, paralelamente a su crecimiento futbolístico.
Fue un hecho que en noviembre de 1998 su esposa Marisela Santoyo levantó una denuncia penal en la agencia 38 del Ministerio Público, acusándolo de lesiones y amenazas de muerte, luego de que lo encontró en la recámara de su hijo con otra mujer, a la que Santoyo sacó de la casa, lo que provocó el enojo de Blanco, además de que había "unos tipos borrachos repartidos por toda la casa", según declaró Santoyo.
Después se solucionó todo y Cuauhtémoc salió en un noticiero nocturno de Televisa, con su señora a un lado, aclarando que todo fue un malentendido.
A eso se agregan sus duelos verbales con lo centrales David Oteo, de Pumas, del que dijo que era un "naquito" y que le cargaba las maletas a Jorge Campos y Claudio Suárez en el Mundial, y con Héctor López, del Atlas, a quien definió también como un "gato" y que era "bastante lento", por lo que lo habían sacado del Tri.
Cuando los vio en la cancha, a Oteo sólo pudo hacerle su clásico baile enfrente del balón, pero a López prácticamente lo arrastró desde media cancha para meterle un tanto soberbio al Atlas en el Azteca.
También estuvieron los golpes con Felipe de Jesús Robles al término de un Clásico contra Chivas, y que le valieron tres partidos de suspensión, con lo que se quedó fuera en la lucha por el título de goleo en el Verano 99.
Los apapachos de Kiese
Quienes le conocen de años y prefieren el anonimato dicen que esas polémicas se deben a que no tiene un guía, o una imagen que le aconseje o lo conduzca moralmente.
"Ahora se le dan muchas facilidades y él no se controla", dice una de las fuentes. Carlos Kiese, ex DT azulcrema, le dejaba hacer todo, porque sabía que podía ganar los partidos por sí solo. Le dio el gafete de capitán y le festejaba todos sus chistes, y nunca le pidió que cambiara su conducta.
Cuentan que tras su triunfo con el Tri en la Confederaciones, la actual directiva americanista le prestó el camión del equipo para irse "con sus cuates" a festejar a una casa alquilada en Cuernavaca. Sólo que se le hizo fácil quedarse con el vehículo un tiempo superior al estimado, por lo que tardó dos días más en regresarlo.
"Es otra persona. Está demasiado crecido, piensa que todo mundo lo necesita. Se rodea de personas que sólo le están sacando el dinero", revela alguien que lo conoce desde sus inicios en el América.
Su reciente idea de no dar declaraciones a la prensa, salvo Televisa, es porque ya está cansado de que algunos medios publiquen cosas que Blanco considera que no son ciertas. Dentro de su círculo íntimo ya comentó que desea hablar más que en el campo, lo que, hasta ahora, se le da bastante bien.
Quienes le quieren se preocupan por él y rezan porque el Blanco de fuera de la cancha ya no absorba y borre al crack que aún está dentro de ella.
Quienes le conocen de años y prefieren el anonimato dicen que esas polémicas se deben a que no tiene un guía, o una imagen que le aconseje o lo conduzca moralmente.
"Ahora se le dan muchas facilidades y él no se controla", dice una de las fuentes. Carlos Kiese, ex DT azulcrema, le dejaba hacer todo, porque sabía que podía ganar los partidos por sí solo. Le dio el gafete de capitán y le festejaba todos sus chistes, y nunca le pidió que cambiara su conducta.
Cuentan que tras su triunfo con el Tri en la Confederaciones, la actual directiva americanista le prestó el camión del equipo para irse "con sus cuates" a festejar a una casa alquilada en Cuernavaca. Sólo que se le hizo fácil quedarse con el vehículo un tiempo superior al estimado, por lo que tardó dos días más en regresarlo.
"Es otra persona. Está demasiado crecido, piensa que todo mundo lo necesita. Se rodea de personas que sólo le están sacando el dinero", revela alguien que lo conoce desde sus inicios en el América.
Su reciente idea de no dar declaraciones a la prensa, salvo Televisa, es porque ya está cansado de que algunos medios publiquen cosas que Blanco considera que no son ciertas. Dentro de su círculo íntimo ya comentó que desea hablar más que en el campo, lo que, hasta ahora, se le da bastante bien.
Quienes le quieren se preocupan por él y rezan porque el Blanco de fuera de la cancha ya no absorba y borre al crack que aún está dentro de ella.
Cuauhtémoc en su tinta
"Todavía puedo dar más, pienso seguir trabajando para mejorar algunas cosas que me faltan. Este fue el mejor partido que he jugado en lo que va de mi carrera, espero responder a la confianza que el señor Leo Beenhakker me ha dado".- Octubre de 1994, tras sus dos goles con América en el 8-1 a la UAT."Para mí fue una sorpresa la nominación... Agradezco la confianza que depositó en mí Miguel Mejía Barón y no voy a defraudarlo".- Diciembre de 1994, tras su primera convocatoria al Tri
"Ya necesitaba una motivación extra, y el señor Rubulotta (vicepresidente americanista) me ayudó con mi contrato y se portó buena gente conmigo".- Enero 1995, tras su renovación de contrato con América, a sueldo triplicado: 9 mil pesos.
"A la salida nos vemos, pu..".- Septiembre de 1996: Blanco sentenció al azulgrana Gastón Obledo, en un América-Atlante, en Liga.
"El enanito ese de dos metros y medio (sic, a Israel López de la UNAM) me quiso lastimar... No es que me hayan marcado bien. ¿(David) Oteo? Es un naquito que les cargaba las maletas a Suárez y a Campos".- Octubre de 1998, tras una derrota americanista contra la UNAM.
"Estoy bastante contento porque lo arrastré como es, un gato, que como perro lo dejé y estoy bastante contento... La verdad es que nosotros nunca ofendemos a nadie, simplemente nos gusta demostrarlo en la cancha y parece que él no lo demostró".- Noviembre de 1998, tras un triunfo azulcrema sobre Atlas y hablando sobre Héctor López.
"Esto ya quedo atrás, no me apena, claro que no, al contrario (sic), no pasó nada, simplemente fue un problema que se dio en mi casa. Eso ya quedó atrás, hay que vivir simplemente el presente".- Noviembre de 1998, al referirse a la denuncia que presentó y luego retiró su esposa, Marisela Santoyo, por golpes y amenazas de muerte.
"Nada más quiero que le digan (al defensa del Guadalajara Noé Zárate) que yo soy el mejor jugador de México, así de sencillo", expresó Blanco, "no me gusta hablar y simplemente me gusta humillarlos dentro de la cancha, como humillé a Héctor López. Así lo haré (el domingo)".- Marzo de 1999, previo al Clásico.