Por Héctor Huerta para ESPNdeportes.com
Con sus propias palabras, Manuel Lapuente, el vicepresidente deportivo del América, le pondría el calificativo exacto al año 2006 para el América: "Fracasotototote".
Una vez lo aplicó para la selección mexicana que participó en la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002, en una frase nada dulce para Javier Aguirre.
Fracaso es un término bastante noble para señalar que el 90 Aniversario del América pasó con más pena que gloria. Cero títulos en las tres competiciones en que participó. Año para el olvido. Y conste que fue un año de inversión, que la directiva planeaba cerrarlo con grandes celebraciones porque nueve décadas no se cumplen todos los días. Poco más de 12 millones de dólares se gastaron, además de cargar con una pesadísima nómina mensual, con jugadores caros y de poco rendimiento.
El armado del equipo, la contratación de refuerzos inducidos desde Miami, Florida, la confianza que depositó en ellos el socio mayoritario de Televisa y dueño-fan del América, Emilio Azcárraga Jean y la pasividad con que el presidente de las Águilas, Guillermo Cañedo aceptó todas las sugerencias de Manuel Lapuente tienen hoy un saldo para apenar a sus aficionados.
El hilo conductor de muchas cosas que ocurren dentro de la institución de Coapa viene de Miami. El poderoso promotor Carlos (Martínez) Hurtado, asentado en aquella ciudad, que gana más que cualquier presidente de equipo, que cualquier entrenador y que cualquiera de las máximas figuras del futbol mexicano, mantiene una estrecha relación de muchos años con Manuel Lapuente, con Luis Fernando Tena, con su hermano Alfredo, con Víctor Manuel Aguado, con el doctor sin título Julio César Cantú y probablemente (versión no confirmada) con el actual presidente Guillermo Cañedo, quien vivió algunos años en Miami cuando trabajaba para la OTI.
En Miami se decide el técnico en turno del América, la cantidad y hasta el precio de los refuerzos. Todos saben que la mano que mece la cuna en el América es la del poderoso zar de los promotores, Carlos (Martínez) Hurtado en el América. Lo saben todos... menos Emilio Azcárraga, el que pone el dinero.
El "Flaco" Tena es, según palabras de Carlos (Martínez) Hurtado, su más fiel intérprete, el que mejor lo entiende, el soldado más leal en su nutrido grupo de entrenadores que maneja para los equipos del futbol mexicano.
En esa abundante lista se encuentran no sólo los hermanos Tena, sino el propio Lapuente, Víctor Manuel Aguado, Mario Carrillo, Benjamín Galindo, Rubén Omar Romano, Isaac Mizrahi, el "Yayo" de la Torre y una enorme lista de auxiliares técnicos, preparadores físicos, médicos y hasta secretarias.
Cual hábil titiritero, Carlos (Martínez) Hurtado mueve los hilos en más del 50 por ciento de los equipos de primera división. Decide nombres de entrenadores, refuerzos y costos de las cartas de transferencia. Es el que controla el mercado del futbol profesional en México.
Su mercado-base de compra se concentra en Chile y Argentina, con ramificaciones en otros países sudamericanos y su mercado-base de venta es sólo el futbol mexicano.
Allá consigue jugadores en 100, 200 o 500 mil dólares, que luego son colocados en el mercado mexicano en un millón, millón y medio, dos y hasta tres millones de dólares.
Su manejo depende de que "sus" entrenadores "exijan" ciertos nombres de refuerzos, los cuales él promueve, compra y vende. Muchos de sus leales entrenadores han estado sin trabajo seis meses o un año y desde Miami les llega una "compensación" para que no bajen su nivel de vida. Es una operación encubierta, de la que todos hablan, pero pocos la pueden probar. Lealtad entre incondicionales.
El fracaso del América no es tan visible por lo que ocurrió en la cancha. Si de verdad se quiere investigar el asunto, hay que poner la mira telescópica dirigida hacia la ciudad de Miami, en La Florida. Allá se planeó, se ejecutó y se completó el "fracasotototote" de las Águilas, en el peor año: el del 90 aniversario.
No sólo perdió dos veces la liga (ante Pachuca y Chivas), no calificó a la Copa Libertadores, sino que exhibió toda su mediocridad en el Mundial de Clubes, a donde fue a hacer uno de los papeles más lamentables en la historia de la Concacaf.
América perdió el clásico ante Chivas, el liderato de equipos campeones de México y hasta la vergüenza en el Mundial de Clubes. Pero esta historia, que concluyó en Japón y repercutirá en México, tiene su origen en Miami.
Allá está el contacto de todos los que toman decisiones futbolísticas en el América. Es algo que seguramente Guillermo Cañedo sabe y que probablemente Emilio Azcárraga ignora.
Una vez lo aplicó para la selección mexicana que participó en la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002, en una frase nada dulce para Javier Aguirre.
Fracaso es un término bastante noble para señalar que el 90 Aniversario del América pasó con más pena que gloria. Cero títulos en las tres competiciones en que participó. Año para el olvido. Y conste que fue un año de inversión, que la directiva planeaba cerrarlo con grandes celebraciones porque nueve décadas no se cumplen todos los días. Poco más de 12 millones de dólares se gastaron, además de cargar con una pesadísima nómina mensual, con jugadores caros y de poco rendimiento.
El armado del equipo, la contratación de refuerzos inducidos desde Miami, Florida, la confianza que depositó en ellos el socio mayoritario de Televisa y dueño-fan del América, Emilio Azcárraga Jean y la pasividad con que el presidente de las Águilas, Guillermo Cañedo aceptó todas las sugerencias de Manuel Lapuente tienen hoy un saldo para apenar a sus aficionados.
El hilo conductor de muchas cosas que ocurren dentro de la institución de Coapa viene de Miami. El poderoso promotor Carlos (Martínez) Hurtado, asentado en aquella ciudad, que gana más que cualquier presidente de equipo, que cualquier entrenador y que cualquiera de las máximas figuras del futbol mexicano, mantiene una estrecha relación de muchos años con Manuel Lapuente, con Luis Fernando Tena, con su hermano Alfredo, con Víctor Manuel Aguado, con el doctor sin título Julio César Cantú y probablemente (versión no confirmada) con el actual presidente Guillermo Cañedo, quien vivió algunos años en Miami cuando trabajaba para la OTI.
En Miami se decide el técnico en turno del América, la cantidad y hasta el precio de los refuerzos. Todos saben que la mano que mece la cuna en el América es la del poderoso zar de los promotores, Carlos (Martínez) Hurtado en el América. Lo saben todos... menos Emilio Azcárraga, el que pone el dinero.
El "Flaco" Tena es, según palabras de Carlos (Martínez) Hurtado, su más fiel intérprete, el que mejor lo entiende, el soldado más leal en su nutrido grupo de entrenadores que maneja para los equipos del futbol mexicano.
En esa abundante lista se encuentran no sólo los hermanos Tena, sino el propio Lapuente, Víctor Manuel Aguado, Mario Carrillo, Benjamín Galindo, Rubén Omar Romano, Isaac Mizrahi, el "Yayo" de la Torre y una enorme lista de auxiliares técnicos, preparadores físicos, médicos y hasta secretarias.
Cual hábil titiritero, Carlos (Martínez) Hurtado mueve los hilos en más del 50 por ciento de los equipos de primera división. Decide nombres de entrenadores, refuerzos y costos de las cartas de transferencia. Es el que controla el mercado del futbol profesional en México.
Su mercado-base de compra se concentra en Chile y Argentina, con ramificaciones en otros países sudamericanos y su mercado-base de venta es sólo el futbol mexicano.
Allá consigue jugadores en 100, 200 o 500 mil dólares, que luego son colocados en el mercado mexicano en un millón, millón y medio, dos y hasta tres millones de dólares.
Su manejo depende de que "sus" entrenadores "exijan" ciertos nombres de refuerzos, los cuales él promueve, compra y vende. Muchos de sus leales entrenadores han estado sin trabajo seis meses o un año y desde Miami les llega una "compensación" para que no bajen su nivel de vida. Es una operación encubierta, de la que todos hablan, pero pocos la pueden probar. Lealtad entre incondicionales.
El fracaso del América no es tan visible por lo que ocurrió en la cancha. Si de verdad se quiere investigar el asunto, hay que poner la mira telescópica dirigida hacia la ciudad de Miami, en La Florida. Allá se planeó, se ejecutó y se completó el "fracasotototote" de las Águilas, en el peor año: el del 90 aniversario.
No sólo perdió dos veces la liga (ante Pachuca y Chivas), no calificó a la Copa Libertadores, sino que exhibió toda su mediocridad en el Mundial de Clubes, a donde fue a hacer uno de los papeles más lamentables en la historia de la Concacaf.
América perdió el clásico ante Chivas, el liderato de equipos campeones de México y hasta la vergüenza en el Mundial de Clubes. Pero esta historia, que concluyó en Japón y repercutirá en México, tiene su origen en Miami.
Allá está el contacto de todos los que toman decisiones futbolísticas en el América. Es algo que seguramente Guillermo Cañedo sabe y que probablemente Emilio Azcárraga ignora.