POR RAFA RAMOS PARA ESPNDEPORTES.COM
LOS ÁNGELES -- ¿Y ahora qué América? ¿Hay más metas intermedias? Porque, con este paso, el desafío y el compromiso se reducen a solo uno, mayúsculo, ineludible: el campeonato.
1.- Virtualmente clasificado con la cuota mínima de 25 puntos.
2.- El más bajo índice de goles permitidos: .8 por juego.
3.- El mejor promedio ofensivo: 2.2 goles por juego.
4.- La mejor efectividad: 75.75 por ciento.
El problema de este paso de la Aplanadora Amarilla, un apellido exuberante, coloquial, presuntuoso, pero tolerable por los resultados mismos, que juega a favor, de manera zalamera para la vanidad americanista, juega también, dolosamente en contra del América.
Es claro, con este paso perfecto, sólo queda un escenario permitido para el equipo: el Bicampeonato, que se ha convertido casi en tabú en los torneos cortos mexicanos y que sólo los Pumas de Hugo Sánchez han logrado conseguir. Porque hablar de otros retos sería sólo una manera jactanciosa de avivar las antorchas de la marcha americanista.
¿Récord de puntos en el torneo? ¿Registro de la mejor ofensiva y la mejor defensiva? ¿Clasificar de manera matemática y formal sin precedentes? ¿Registro histórico de asistencia en el Estadio Azteca? ¿Ganar todos su Clásicos? ¿Mantenerse invicto en el Estadio Azteca? ¿Ganar paralelamente la Concachampions? ¿Matar de una bilis a los antiamericanistas de oficio, de conveniencia, de temporada o de convicción? Esos son trofeos pequeños, adornos obsoletos, oropel innecesario, ante la conquista suprema que le apresura hoy, ya no como meta sino como deber, como requisito, como obligación: ese Bicampeonato.
Mientras tanto, puede llenar de éxtasis y de orgullo las panzas durante años vacías de los fieles americanistas, que resistieron tormentas, último lugar en la tabla, befas, escarnios y otros atropellos de los otros 17 sectores de aficionados que se solazaban con la que entonces parecía una sequía eterna de las Águilas. Encima, para perverso regocijo americanista, Chivas y Pumas son una calamidad, mientras Cruz Azul es inconsistente, lo cual permite a sus seguidores, en ese vecindario de los conflictos naturales de las rivalidades históricas, agregarle el impudor de sus gozos sobre esos tres equipos.
¿Puede de verdad el América ser Bicampeón? No hay duda. Miguel Herrera arriesga cambios, inventa posiciones, hace cambios de ubicación de jugadores en pleno partido, y encuentra, de una semana a otra, de un torneo a otro, de una plaza a otra, la misma respuesta del grupo, que, lo sobresaliente, es sin duda la persistencia de 90 minutos.
América tuvo, en su campeonato y en tres buenos torneos de efectividad, un solo jugador de nivel sobresaliente, Chucho Benítez, pero en este momento carece de un futbolista de esas condiciones. Y eso lo ha fortalecido. Ni Narciso Mina ni el "Riflecito" Andrade, a final de cuentas lograron apoderarse del puesto, mientras que los que iban a ser solución, en algún momento, deben aguardar minutos con desesperación como Oswaldito Martínez y Hobbit Bermúdez. Lo serio de todo esto es que cuando los supuestos titulares, hoy relegados por la prestancia de otros, reciben la oportunidad no desentonan.
Esto sólo consagra una situación: América fundamenta como equipo, como asociación real de talentos y esfuerzos, su fútbol en la cancha. Pero, insisto, esto sólo hace un escenario más peligroso para el América: el Bicampeonato ha dejado de ser un proyecto, una intención, para ser estrictamente una obligación, que, quede claro, mientras mejor alhajado quede, con las metas intermedias mencionadas antes, mucho mejor y más irrepetible será.