Los vínculos que puede generar el fútbol son increíbles. Hoy podemos sentirnos en paz. Volver a ver a Cuauhtémoc Blanco vestido con la camiseta del club era una deuda pendiente que todo el americanismo quería saldar. Y el análisis que se quede en los periódicos y que el disparo al poste se repita mil veces en los medios industriales de comunicación. Se fue Cuauhtémoc, tarde; incluso regaló minutos de más. Ahora que en Europa, hay una leyenda, en la milenaria Roma, como Francesco Totti, culminando su carrera con el único club de su vida [y de sus amores], ¿será que Cuauhtémoc tuvo que jugar toda su vida vestido de azulcrema? no es difícil de imaginarlo, pero por este año del Centenario, solo queda agradecerle por permitirnos tenerlo de ídolo.