Su inmortalidad es real y siempre quedarán grabados en la historia como los héroes que defendieron la camiseta como pocos: Carlos Reinoso, Antonio Carlos Santos, Daniel Brailovsky, Alfredo Sánchez, Eduardo Bacas, Juan Antonio Luna, Gonzalo Farfán, Germán Villa, Kalusha Bwalya, Pavel Pardo, Rubens Sambueza, Osvaldo Martínez y "el más grande de todos" -dicho por el propio Reinoso-, Cristobal Ortega.
No hay duda que todos fueron futbolistas de renombre y aportaron su granito de arena, algunos pusieron las montañas enteras para hacer más grande al Club América.
Desde la posición en la que lo presenciamos fue en la cabecera norte. La anarquía de Antonio Carlos Santos [posando con su playera ochentera], el "Ruso" y Pavel se llevaron los mayores aplausos. El "Maestro" por supuesto que merecía una ovación del tamaño del estadio; sin embargo, así de extraño es el americanismo millenial, y solo desde la Porra Amigos comenzaron a corear el nombre de Carlos.
La emoción que produjeron Pavel, Villa, Rubens, Farfán y el "Cabezón" Luna también quedará en la memoria, porque son merecedores de los aplausos: Son parte de la historia y ahora también tienen el reconocmiento de la gente desde la tribuna. Pero también hay que reconocer al hombre que es Eterno.
Para Cristobal Ortega existe más gloria al quedarse con su dignidad. Él fue la pieza medular de la era dorada del americanismo. Un argumento que aprendimos en las lecturas, las anécdotas, los videos y el recuerdo en la memoria de los aficionados que son los testigos de la grandeza de un futbolista.
Dicen que Cristobal simplemente no contestó su teléfono, pues sabía que le hablaban los directivos. Hoy es un personaje que desde su salida ha dejado en claro que las altas esferas de Coapa se han olvidado de las personas que hicieron grande a la institución. El mito de Cristobal es grande, en realidad, él debería tener su propia noche de reconocimiento. Y si alguien considera que estamos exagerando, basta con que cuenten las copas.