jueves, 15 de mayo de 2008

¿Quién es Carlos Hurtado?


Análisis deportivo: Las trampas en el América
héctor huerta
“Sería fantástico ir por la vida sin cumplidos. Y llamar siempre a las cosas por su nombre”: Joan Manuel Serrat

México, D.F., 16 de diciembre (apro).- Ahí está el tipo, al borde de la alberca, con un vodka en las rocas, el calor de Miami y esbozando una amplia sonrisa. Admira su propia inteligencia. Maneja de manera magistral los hilos, cual hábil titiritero. Desde joven planeó todo. No pudo ser futbolista. Pero sería el capo del futbol. Su notable lucidez y su mente visionaria le permitieron planear todo, a cinco, a diez, a veinte años.Fue tejiendo con la paciencia de Santa Job su madeja de intereses. Se relacionó con directivos primero; con entrenadores, después; con futbolistas, luego; con jugadores cerca del retiro para mandarlos a cursos de técnico o de preparador físico...Maneja la mitad de los entrenadores en México, la mitad de los auxiliares técnicos, los preparadores físicos, los médicos y hasta los coordinadores de fuerzas básicas. Y su mano no se ve. Su arma es la seducción. Usted lo ve negociando, manoteando sobre la mesa y es Al Pacino haciendo tratos, como si estuviese filmando todos los días la cinta del Caracortada.Es un seductor de la palabra. Mezcla con singular inteligencia conceptos como los valores, los principios, la religión, la fraternidad y se considera parte de la hermandad de La Cáscara, como él mismo la bautizó.Fue tal su habilidad, que nadie lo conoce por su verdadero nombre. Simplemente se refieren a él, con respeto, con temor, con admiración, como “Carlos Hurtado”.Desde hace décadas mantiene una relación cercana, de respetos mutuos, de alabanzas, de negocios. Una relación más entrañable que estrecha con personajes vinculados al futbol mexicano.Es amigo de Guillermo Álvarez Cuevas, de Jesús Martínez, de Martín Ibarreche, de Manolo Lapuente, de Mario Carrillo, de Luis Fernando Tena, de Ricardo LaVolpe (aunque, como los niños, de repente riñen por cuestión de carácter), Víctor Manuel Aguado, Ernesto de la Rosa, José Manuel de la Torre, Benjamín Galindo, de Sergio Lugo, de Sergio Bueno, de Rubén Omar Romano, de Isaac Mizarahi, de Raúl Arias, de Wilson Graniolatti, del doctor Julio César Cantú, de tantos y tantas personas que no tienen el reconocimiento de los anteriores pero que se ligan con él en algún negocio.Carlos Martínez Hurtado, su verdadero nombre, es el promotor más poderoso de México. Y uno de los que mayores ganancias han acumulado en el mundo del futbol.Hoy, con un vodka en las rocas, en su elegante residencia de Miami, en el calor de la Florida, festeja para sí mismo su inteligencia. No la comparte con nadie. Sonríe divertido, como niño travieso. Lo sabe: América es su “presa”.No se sabe si por ingenuidad, por ignorancia o por complicidad, pero Guillermo Cañedo White fue atrapado en la red, como antes Javier Pérez Teuffer, cuando hábilmente, el titiritero de Miami planeó una estrategia genial: “enfermar” a Manuel Lapuente que acababa de ser campeón, para darle el puesto a su mejor intérprete, Mario Carrillo, su alter ego, el hombre que mejor lo entiende en cuestiones de futbol.Hoy, con Carrillo campeón, le vuelven a aplicar la misma estrategia al América: “enferman” al entrenador para que el siguiente en su lista tome el cargo. Ponen a Víctor Aguado en la vitrina, un “don nadie” entre los entrenadores, al que quieren hacer “don alguien”.Igual pasó con Mario Carrillo cuando “enfermaron” a Manolo Lapuente para que lo sustituyera. Cuando Carrillo acumuló diez fechas sin perder, ya con cartel de entrenador grande, lo prepararon para Cruz Azul y Lapuente regresó para mantener el coto de poder que el promotor tiene en el América.La fórmula no tiene falla y hoy la vuelve a aplicar: si los resultados se dan, porque plantel hay para triunfar, Aguado se queda todo el torneo. Si los resultados no se dan, por ahí de la fecha ocho o nueve, se “desenferma” Carrillo y conservan el poder del manejo del equipo, para seguir engordando la chequera aprovechándose de la ingenuidad de los directivos.El negocio no son los resultados. Son las compras y ventas de jugadores. Y eso lo hace en todos los equipos donde tienen leales en la directiva o en la banca.Ese es el discreto encanto de Carlos (Martínez) Hurtado. Es un seductor de la palabra. Su talento consiste en manejar al futbol mexicano sin que nadie se entere. Es la mano que mece la cuna en el futbol mexicano.Ahí, junto a la alberca, con una buena bebida, una bella compañía y el ego exaltado, “Carlos Hurtado” festeja su nueva travesura. El América es su ajedrez. Mueve las piezas a su antojo.

Fuente: http://www.proceso.com.mx/noticia.html?nid=35793&cat=5