Cuando Arlindo dos Santos decidió venir al América para ayudar a sus padres a combatir la pobreza, nunca se imaginó que la playera de la inmortalidad era la que tocaba a su puerta, para convertirlo en el primer anotador en la historia del Estadio Azteca, hace justo 45 años.
Ese 29 de mayo de 1966, el "Memín" se amarró los zapatos con tanta fe, que de su botín derecho salió un disparo que se coló justo en el ángulo de la eternidad, en la que escribió su nombre a pesar del estirón del arquero del Torino de Italia, Lido Vieri, que nada pudo hacer para arrancarle la gloria ante los más de 100 mil aficionados presentes.
"Le doy gracias a Dios por haberme escogido a mí. Ese día éramos más de treinta jugadores, incluidos los de la banca, los que teníamos el mismo deseo. El América nunca tiró tantas veces a gol como ese día, porque sólo en el primer tiempo disparamos 27 veces por querer anotar.
Los días previos no pude dormir y fabricaba jugadas en mi mente. Tenía un presentimiento y el gol fue consecuencia de la perseverancia y la concentración. A tantos años de distancia mi mayor reconocimiento es el que me da la gente porque el pueblo mexicano me quiere mucho y se lo agradezco, incluso me quieren más que cuando jugaba, porque en esa época sólo me querían los americanistas, pero ahora todo México", dijo Arlindo dos Santos.
El brasileño, que entre el final de su niñez y la llegada de la pubertad, fue pescador, albañil, carpintero, sastre, peluquero y zapatero, ya estaba predestinado para este gol, porque tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por un aneurisma que lo dejó fuera del Mundial de Inglaterra 66 con Brasil para inaugurar el Estadio Azteca e inmortalizarse en el 2-2 entre las Águilas y el Torino. "Tuve que dejar los cuadernos a los 13 años, sin terminar la primaria, para ayudarle a mi padre a mantener a la familia, pero yo nací para el futbol y tuve la suerte de enrolarme a las juveniles del Botafogo, con el que debuté en 1962 a los 22 años, en un partido contra el San Cristóbal y a lado de monstruos como Garrincha, Zagallo y Amarildo. Había prometido comprarles una casa a mis padres y cuando llegó la oferta del América no lo dudé. En Brasil siempre me conocieron como el sustituto de Didí, quien días antes de que yo anotara en la inauguración del Azteca, él hizo primer gol en la inauguración del Estadio Maracaná", dijo Arlindo.
En México estuvo de 1965 a 1970, tres de esos años con América, uno con Pachuca y el otro con Toluca. Se regresó a Brasil para terminar sus estudios y se recibió en Contaduría para después graduarse como director técnico.
Dirigió en Arabia Saudita por algún tiempo y en 1985 volvió a México para quedarse y desde hace 14 años dirige al equipo de futbolistas del sindicato de trabajadores de la Procuraduría General de Justicia. "Ya no tengo espacio en las paredes para los reconocimientos. Me siento un privilegiado de Dios. Ya son 45 años de ese bendito gol y 44 de casado con Marly Carvalho Cruz, por lo que tengo motivo para celebrar al doble. Mi peregrinación comenzó a los 13 años, llevo 58 trabajando, así que muy pronto quiero saber qué se siente estar, como dicen los mexicanos, de flojo, así que tal vez y ya me voy a pensionar".
ASÍ LO DIJO
"Jugando profesionalmente en el Estadio Azteca anoté un gol, a diferencia de Enrique Borja, Zaguinho y Carlos Hermosillo, quienes son mis amigos y metieron muchísimos goles, pero a mí uno me bastó para ser considerado entre los grandes como ellos".
Arlindo do Santos, ex jugador del América
Lo Curioso
Arlindo siempre utilizó el número 8 en su playera, pero el día de la inauguración del Azteca portó el 10 por mera casualidad. "Tal vez fue la influencia de Pelé o el propio destino", comentó el brasileño.