miércoles, 13 de mayo de 2009

Los fracasototototes

A Azcárraga le fallaron los responsables de manejar sus equipos de fútbol


Por Héctor Huerta
Para ESPNDEPORTES.com

Debe ser traumático para un dueño de tres equipos, en una liga donde califican ocho de 18, que ninguno de sus conjuntos llegue a la liguilla y no sólo eso, sino que uno de ellos se vaya al descenso.
¿Quién es el enemigo de Emilio Azcárraga Jean que le maneja sus equipos de futbol, al cual le permite que el Necaxa descienda (con una pérdida cercana a los 25 millones de dólares), que el América no califique (una caída económica de 5 millones de dólares que deja de percibir, más una infructuosa inversión de 20 millones de verdes en refuerzos) y que el San Luis no consiga tampoco el objetivo de pasar a la siguiente ronda?

En otros años, el llamado Comité de Futbol de Televisa tuvo sus malos momentos, pero nunca como ahora, al quedarse la multipropiedad de Azcárraga con sólo dos representantes en el máximo circuito.
El dueño de estos tres equipos tendría que dar respuesta a varias preguntas: ¿quién manejó de esa forma al Necaxa, con una inversión millonarias, doce refuerzos, nuevo técnico y armando un trabuco, para conseguir apenas 14 puntos de 51 disputados? ¿Si Raúl Arias es tan buen entrenador, como cree Azcárraga, porqué no hizo funcionar a un equipo donde llegaron a reforzarlo el portero Jorge Bernal, los defensas Ricardo Rojas, Diego Cervantes y Edgar Solano, los mediocampistas Eduardo Coudet, Germán Villa, José Joel "Chicharito" González, Marco Antonio Gómez y Federico Insúa, y los delanteros Alfredo Moreno, Víctor Piris y Carlos Pavón?

¿De dónde sacaron al presidente Roberto Muñoz para hacerse cargo del último semestre, estando la situación tan complicada? ¿Qué hacía Eduardo del Villar en el manejo de los hidrorayos? ¿Cuál era la nómina del Necaxa, comparada con las de Puebla e Indios? ¿Cómo terminó la relación empresarial del equipo con el gobierno de Aguascalientes? ¿Por qué no haber acudido a las viejas leyendas necaxistas como Alex Aguinaga, Ricardo Peláez, Alberto García Aspe, Ivo Basay, Eduardo Vilches, Nicolás Navarro o Luis Hernández para conformar un equipo directivo y técnico con ex estrellas que amen en verdad los colores?

Y en cuanto al América, ¿qué balance tendrá ahora Michel Bauer, el presidente, con dos torneos y dos fracasos consecutivos? ¿Quién recomendó a los refuerzos que no cumplieron con un alta calificación como Fernando Ortiz, Édgar Castillo, Jean Beausejour, Ángel Reyna, Juan Carlos Valenzuela o Robert de Pinho, cumpliendo si acaso Pavel Pardo por su calidad, aunque no por su liderazgo? ¿Por qué inventar un entrenador como Chucho Ramírez, que puede cumplir con los jóvenes, pero con los experimentados sumó un escándalo tras otro? ¿Por qué dejar en manos tan inexpertas como las de Chuchito un equipo tan importante como el América? ¿Por qué, al igual que el Necaxa, no se convoca a un grupo de notables americanistas para salvar al equipo, que arrancará el siguiente torneo entre los cinco peores de la tabla porcentual?

Y, finalmente, el pobre San Luis, al que convirtieron en el hermano pobre de la familia al quitarle prácticamente a medio equipo para llevárselo al Necaxa como Diego Cervantes, Eduardo Coudet, Víctor Píriz y Marco Antonio Gómez, además de Alfredo Moreno, que había sido el gran goleador de los potosinos dos torneos antes. San Luis había ganado su pase a octavos de final de la Copa Libertadores contra todos los pronósticos, pero falló la relación con Conmebol y sin jugar el Nacional de Uruguay pasó a la siguiente ronda por culpa de la epidemia de influenza humana que se propagó en México.
En cuanto a números, es terrible el saldo para los equipos de la multipropiedad: mientras Pachuca y Toluca hicieron temporadas de 36 puntos sobre 51 disputados, el América hizo 23, el San Luis 17 y el Necaxa 14.
Fue el peor torneo para la multipropiedad y seguramente Emilio Azcárraga tendrá que tomar medidas drásticas contra sus pésimos operadores del Grupo Televisa Futbol.
Ahí, más que sus amigos, parecen manejar a sus equipos sus peores enemigos, a la vista de los resultados.