El trabajo que Jesús Ramírez realiza en Aguascalientes con el América no es sólo para una buena preparación física, sino también para tener un mayor acercamiento y confianza con los jugadores.
Algunos elementos del equipo se preguntaron ¿a qué vamos a Aguascalientes? Y tenían razón en hacerse esa pregunta porque no es común una pretemporada en ese lugar que nada tiene que ofrecer extra, que no se pueda encontrar en algún otro sitio más recurrido por los equipos para este tipo de trabajos previos a un torneo.
Sin embargo, Jesús Ramírez sabía muy bien su plan, pues uno de los "grandes males" del América en el pasado torneo fue el ambiente del vestidor, pues jornada tras jornada se decía que las cosas no andaban del todo bien y este problema encontró sus puntos más agudos en el Clásico contra Chivas y también en la última fecha del torneo regular frente al Santos, cuando Enrique Esqueda y Salvador Cabañas, le hicieron reclamos a su entrenador.
Son pocos los días que el América lleva en este "encierro" en Aguascalientes, pero Chucho aprovecha cada momento para cerrar filas. No es necesario que todos los jugadores sean amigos del entrenador porque finalmente son profesionales y son contratados por su capacidad como futbolistas y no por ser las mejores personas.
El discurso de un técnico siempre es importante, pues es la persona que debe convencer a los jugadores de lo que se busca y es el que traza el plan para alcanzar los objetivos. En estos días, Chucho tendrá ese tiempo para acercarse más a sus jugadores, para convencerlos más de sus ideas y de sus planes.
Si hay grupos en el vestidor, este es un buen momento para romper con cualquier mal. De todas formas, cuando el equipo salte al terreno de juego en el Interliga se verá si realmente la estancia en Aguascalientes sirvió o si de plano las cosas se pusieron peor.