por Alejandro Figueroa, Fox Sports International
Corrió a toda velocidad. El marcador en ese momento era 4-0, pero Salvador Cabañas no dejó salir un balón de la cancha y dio pase a un compañero. La jugada no terminó en gol y la afición le aplaudió su esfuerzo por no dejar de pelear.
Eso es lo que querían ver los fans en los jugadores del América: entregarse al máximo en cada jugada, defender la jerarquía aunque el rival no imponga y mostrar que pueden con el peso de una camiseta como la de las Águilas.
Algo tan simple de decir, pero que sólo pueden justificar en una cancha (y explicar) quienes han portado ese uniforme con dignidad.
La consecuencia es un equipo que ahora sí muestra hambre y, al menos de local, no se conforma y que con goleadas como la registrada ante Estudiantes se muestran de manera permanente el estilo del técnico Jesús Ramírez y luce en el plano individual.
Es lo mínimo que pueden recibir sus fans tras pasar un par de años viviendo a las sombras por mediocres torneos.
Polémica por mal arbitraje, errores, suspicacia… de eso ha estado rodeado siempre el América, ‘el malo' del fútbol mexicano, con o sin razón, en crisis o en bonanza. El actual momento no escapa a eso.
Ver a las Águilas con un buen paso le hace bien al fútbol mexicano. Sus fans vuelven al Estadio Azteca poco a poco y espolean a los rivales al máximo, de locales o visitantes… y desde la cima miran a las Chivas, el acérrimo rival, sumido en el fango.
... y con el cuchillo afilado, los americanistas enfrentan a media semana a las Chivas, en Kansas City, EEUU.
Lamentos…
La desgracia en las Chivas es tal que ahora sólo les queda su historia para animarse y recordar lo que pueden ser. Es el único remanso en días negros donde el saldo desfavorece.
Jugadores perdidos en la cancha.
Un entrenador ‘invitado' a ‘renunciar' en un solitario pasillo, tras sumar otra derrota. Última orden acatada (no puede ser despedido y hacer quedar mal al dueño, quien días antes lo ratificaba en el puesto y le reiteraba su confianza).
Nada nuevo bajo el sol tras un mediocre paso que arrastran desde las últimas jornadas del torneo pasado.
Las Chivas arrastran su prestigio y vagan como un equipo sin alma, con jugadores perdidos, sin solidaridad, donde destacan por arranques violentos o desprecio público al liderazgo.
Con el vestuario roto, sin liderazgo en el banquillo ni desde la directiva, el club naufraga.
"Si a Chivas está bien, le va bien al fútbol mexicano", reza una frase que acuñaron en los 50's y 60's quienes vieron los mejores momentos del club, la era del ‘campeonísimo', y que tratan de actualizar torneo tras torneo, aunque en la reciente década sólo han ganado un título.
Falso.
Las mexicanísimas Chivas aportan poco a la renacida selección mexicana y en el Apertura 2009, contrario a torneos pasados, la irregularidad no es general. El momento del club, por fortuna, es ajeno.
Toluca, sólido en la cima. El América, cada vez mejor, pelea el liderato. Pachuca está a la caza, Cruz Azul no luce, pero suma y sigue en proceso de adaptación al nuevo estratega (Enrique Meza); Puebla ya no es revelación, se consolida como un cuadro combativo y Monterrey y Morelia han mantenido su buen arranque.
Los demás, en la pelea normal de media tabla con la octava jornada cumplida, mientras Chivas nada en la mediocridad acompañado del devaluado campeón Pumas.
Los más notables poetas escribieron sus mejores obras desde la desgracia. Con las Chivas los mariachis callaron, y como siempre: sólo los jugadores pueden salir de ahí.
La solución no está en el nuevo técnico que llegue. No está, ahora menos que nunca, desde su directiva ni en la decisiones del dueño, que sigue sin cumplir su promesa hecha cuando compró al equipo hace algunos años: "tener al mejor entrenador del mundo"… mientras los fans se lamentan. El dinero no garantiza compromiso.
Hasta la próxima.
Gracias por sus comentarios. Todos son leídos y les agradezco el tiempo que le dan a este espacio. Podemos estar de acuerdo o no y se respetan todas las opiniones. Al final, sólo es fútbol (en este caso), sin imponer nada ni confundir afición con fanatismo.
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