Martes 07 de febrero de 2012 José Ángel Parra | El Universal
En 2008 sufrió un infarto cerebral que lo tuvo al borde de la muerte; a raíz de ese trance, su club pretendió desvincularse laboralmente y hasta quienes lo representaban desaparecieron, con tal de no ver afectada su relación con el América.
Hoy, Carlos Sánchez recibe apoyo médico y rehabilitación por parte de las Águilas, está becado por la Comisión del Jugador para terminar sus estudios como director técnico y hasta tiene ofrecimientos de entrenadores de renombre, como Mario Carrillo y Carlos Reinoso, para comenzar a dirigir en cuanto se titule.
No, él ya no podrá volver a jugar, como lo consiguió Salvador Cabañas —tras el impacto de bala que recibió en un bar—, pero al menos sí será capaz de regresar a las canchas como estratega, a la vez que la vida le ha enseñado que cuando desaparecen los reflectores sólo quedan atrás de ti quienes realmente te aman: la familia y los verdaderos amigos.
“Cuando Chava vino a lo de su homenaje pude conversar con él y verlo totalmente cambiado en el aspecto físico, pero su esencia de guerrero y luchador de las canchas seguía intacta, junto con su ilusión de regresar”, recuerda Carlos, en charla con EL UNIVERSAL. “Al verlo hoy disfrutar la alegría que te dan las canchas es algo que tomo como logro mío, por ser parte de una persona que aprecio mucho”.
Carlos Sánchez también pensó en volver, pero con él fue distinto. “Son lesiones diferentes, en mi caso, con déficit de movilidad y por las intervenciones quirúrgicas que tuve, un golpe, tan solo el cabeceo, es peligroso”, distingue. Por eso “me congratulo de ver la noticia de que Salvador consiguió la meta que se puso, lo comparto con él, porque sé lo que es dejar repentinamente una cancha”.
Sencillo, aplaude el logro del paraguayo, con todo y que su historia es igual de ejemplar. “Es alentador ver cómo una persona con tan lamentable hecho se pudo poner de pie y seguir adelante. La reflexión es ser perseverantes, porque día a día podremos conseguir nuestra recompensa”. Carlos Sánchez quedó al borde de la muerte previo a un entrenamiento, en las instalaciones del América, dos años y medio antes del atentado a Salvador Cabañas.
Imposible olvidar la fecha... “Llegué al club el martes 12 de agosto de 2008. Días antes había tenido un dolor en el hombro”, recuerda. “Ya después me enteré que lo que tenía era un coágulo que se alojó en mi hombro derecho. Ahí estuvo hasta que volvió al torrente sanguíneo y de ahí a mi cabeza”, relata.
Ya en el quirófano, “tenía fe en Dios. Entré a lo desconocido. Tres semanas después despierto y me entero que tuve un infarto cerebral”.
Al principio batalló con la parálisis que reportó en el lado izquierdo de su cuerpo, desde la cara hasta el pie. Hoy, con la rehabilitación, está de regreso. La experiencia le ayudó a apreciar más a su familia, a los amigos y al doctor Alfonso Díaz, quien le tendió la mano desde niño, cuando pertenecía a la escuelita azulcrema.
Mas también el pasaje le ayudó a distinguir a quienes lo seguían por los reflectores. “Tuve la mala experiencia de que me pasara. En algún momento te ven en el esplendor y reflectores, hay gente que se acerca para eso, pero en la adversidad, los únicos que están a tu lado son a los que en verdad les importas: la familia y amigos más cercanos”.
En esa época, Greg Taylor lo representaba, bajo la asesoría de Fernando Peña. “En cuanto sintieron que su relación conmigo iba a traerles problemas con el club, se hicieron a un lado, como otras personas”, alerta, porque hoy ha recibido una segunda oportunidad y quiere compartirla con las nuevas generaciones.