Hace un año, Carlos Sánchez se debatía entre la vida y la muerte, finalmente ganó la batalla, hoy libra el reto de reintegrarse al club. Se niega a que lo nombren ex futbolista porque todavía no se retira. Hace seis meses tocó el balón. Actualmente realiza ejercicios de terapia física en Coapa, pero todavía no está al 100 por ciento...
Los médicos no han dado todavía su diagnóstico final para decidir si podrá o no volver a jugar futbol, le queda un año de terapia, porque es el tiempo en el que se considera que todavía puede avanzar.
"Quiero terminar mi terapia, todavía me quedan 12 meses más, y una vez que me pare en la cancha entonces haré mi propia valoración, porque sé que un jugador para estar en el América tiene que estar a más del 100 por cien o", revela mientras se le hace un nudo en la garganta.
"Si en ese momento yo me doy cuenta que puedo dar ventajas por mi condición, que no estoy apto para defender a este equipo con todo, como lo hice en todos los años de mi carrera, entonces diré adiós, pero no antes, no qu ero que nadie me retire".
Previo a cada partido, Carlos se hace presente para llevarle agua bendita a sus compañeros, para que nunca falte en el vestidor, con ella Memo Ochoa rocía sus guantes, Cabañas se la pone en sus espinillera y algunos más la toman entre sus dedos para persinarse. Aunque ya paso un año de aquel duro momento, al igual que lo dijo al abandonar el hospital, el defensa del América asegura que se mantiene "en pie de guerra".
EL DURO CAMINO DE LA REHABILITACIÓN.
Cada mañana se levanta antes de la 8:00 para iniciar su terapia bajo la supervisión de Enrique Mezo, hace trabajo físico, enfocado al aspecto sicomotor, camina por si mismo, puede levantarse sin problemas de su asiento, sube y baja escaleras, e incluso hace seis meses sorprendió a los médicos y al terapista al mostrar que podía patear un balón, con la misma fuerza que lo hacía con cuando era jugador. El neurólogo que atendió su caso, Juan Náder, insiste en que hay que tener paciencia. "Fue un caso extremadamente exitoso, pero hay que irnos paso a paso. Va un poco arriba de lo esperado, se recuperó mucho cerebro, además de que se ha portado maravillosamente como paciente porque es un hombre de mucha voluntad. No me atrevería a decir si volverá a jugar o no, yo hablo de lo que voy viendo, no de lo que vendrá. Lo único que le pediría es que fuera más cuidadoso, que su cráneo está fuerte, pero recordemos que estamos hablando de niveles deportivos muy altos, de gran competencia".
Su segunda sesión de terapia la recibe en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía donde trabaja en ejercicios con el brazo y mano izquierda, que es donde todavía tiene un largo camino por recorrer. Ya tiene puesto botox para ayudar a que el músculo se estire, a diario le dan masajes buscando que su mano pueda recobrar la fuerza perdida y en este lugar no han dudado en ponerlo frente a diversos aparatos y protocolos para ayudarlo en todo lo que se pueda. En esta sesión dedica cerca de hora y media, y en algunas ocasiones trabaja con un robot que le va estirando los dedos y que lo obliga a imprimir fuerza.
Por la tarde, continúa en el Servicio Profesional Especializado en Rehabilitación Física, que es dirigido por Nicolás Guzmán, licenciado en terapia física y uno de los mejores en su campo en México. "Lo acompañamos en su proceso inicial desde que salió del hospital, lo tomamos en una fase donde el trabajo era en cama, en su casa y la evolución ha sido muy notoria, estamos trabajando en ejercicios de coordinación. Lo que se busca es habilitar los músculos que tenía en acción al máximo a través de ejercicios de repetición. Hay que tratar de recuperar al máximo lo que se perdió".
Guzmán detalla el trabajo con su mano porque es donde más se ha tardado de resolver el problema. "Es muy riesgoso en este tipo de problemas (hablar de un tiempo para darlo de alta) porque el sistema nervioso central hay que trabajarlo y con este plan multidisciplinario se han logrado cosas que no esperábamos".
En lo que coinciden médicos y fisioterapeutas es en la voluntad y esfuerzo que ha puesto el jugador para salir adelante del problema. Incluso, tres veces por semana o más, acude por su cuenta a tomar acupuntura con el doctor Tomás Alcocer, y ésta pudiera resultar dolorosa y hasta incómoda por las decenas de agujas que penetran el cuerpo y el rostro del jugador hasta hacerlo que broten las lágrimas, sin embargo, Carlos aguanta sin que de sus labios salga una sola queja. "Para mí nada ha sido fácil en la vida, desde que llegué al América para ganarme un lugar tuve que luchar mucho para conseguirlo. Antes de ser titular con las Águilas tuve que pasar por el San Luis, muchas veces me mandaban a la banca sin ninguna explicación y yo no decía nada".
"Jugué para América y San Luis cuando los dos salieron campeones, era duro, pero nunca me dejé vencer; unos días me mandaban al San Luis para jugar y luego al otro día me venía al D.F. para estar en la banca con el América".
José Guadalupe Cruz, técnico del Atlante, lo buscó para contratarlo, pero el amor por el América le ganó a Carlos, quien decidió aceptar una opción que había para que se enrolara con el Socio Águila de la Primera A, equipo filial de los azulcrema, en 2008. "Me redujeron un 70 por ciento del sueldo que estaba ganando en San Luis, pero acepté porque me puse la meta de no jugar más de 10 partidos en Primera División A, y así fue. Cuando llegó Rubén Omar Romano comenzó a llamarme al primer equipo".
Mientras el América sufría por no encontrar una zaga sólida y las victorias se negaban a llegar, el equipo tocó fondo y Romano renunció en medio de la tempestad. Juan Antonio Luna tomó el mando del América y lo primero que hizo fue llamar a "Charz" para colocarlo en la zaga al lado de Sebastián Domínguez. Esta se convirtió en la defensa más solvente de los últimos tiempos; frenaron las derrotas en la Liga y protagonizaron una remontada espectacular en la Copa Libertadores, donde dejaron fuera al Flamengo en el sonado "Maracanazo", cuando todo el mundo daba al América por muerto, ya que necesitaban ganar en Brasil por una diferencia de 3 goles y justo eso hicieron.
Después echaron al Santos, otro rival brasileño, y ahí Carlos hizo un trabajo impecable para ver al equipo avanzar a Semifinales. Pero fue en el partido de ida, celebrado en el Estadio Azteca el 15 de mayo de 2008, cuando sufrió un aparatoso golpe que levantó sospechas sobre el infarto cerebral que sufrió 3 meses después.
Aunque en los videos se especuló que el cabezazo que le propinó Mariano Tripodi al minuto 65 pudiera haberle generado la dolencia, el zaguero azulcrema relata que ese no fue ese el golpe que lo hizo abandonar el terreno de juego, sino uno que le dio Rodrigo Tabata previamente. "Me había agregado a rematar en un tiro de esquina y cuando voy de regreso, mandan un disparo largo y yo venía fildeando para atajar el balón, pero cuando me preparo a saltar, siento la cadera de Tabata encima de mi cara, en ese momento caigo contra el césped".
Sánchez comenzó a sentir que le faltaba el aire y cuando Tripodi le pegó un cabezazo en la nuca en una jugada donde buscaba rematar, el zaguero americanista pidió su cambio. "En ese momento el jugador estaba angustiado, pues por los síntomas pensaba que le podía dar un infarto al corazón porque parte del brazo se le durmió, pero era natural porque el primer golpe se produjo en una zona rica en enervación y sensibilidad", detalla Alfonso Díaz, jefe de los servicios médicos del América y quien atendió el caso.
Y aunque Carlos se mantuvo con la dolencia en el hombro por varias semanas, Díaz descarta que esto haya podido generar el coágulo que 3 meses después le obstruyó la arteria medial del cerebro. "El día del partido no presentó problemas neurológicos, un día después hizo trabajo regenerativo, jugó otros partidos, fue a una pretemporada, le dolía porque era una contusión y además de la sensibilidad son partes óseas que tardan en sanar", explica Díaz.
De visita en la Basílica.
Carlos Sánchez acudió a la Basílica de Guadalupe para dar gracias a Dios por haberle permitido continuar con vida y poniendo el pecho para buscar una rehabilitación que le permita integrarse a una vida activa. "Ahí voy con mi rehabilitación, estoy a un 70 por ciento y quise venir para agradecerle a la Virgen por haberme permitido volver a la vida después de este accidente"
Sánchez acudió en compañía de sus hermanos y su mamá para escuchar Misa y también para llevar una veladora en la que pidió por el América, por la Selección Nacional y por alcanzar una mejor recuperación física.
"Recé también por el América para que resurgan y les vaya bonito, porque quiero verlos triunfar nuevamente. Ahora vienen momentos más difíciles en mi terapia pues tengo que hacer movimientos más finos y ya inicie también con natación para el fortalecimiento de piernas y tobillos".