jueves, 11 de febrero de 2010

"Quien diga que no es clásico, no sabe lo que dice"

Carlos Reinoso, el emblema más grande del América
El máximo símbolo del América es, sin duda, Carlos Reinoso Valdenegro.
Podrá haber muchos nombres de jugadores que fueron importantes, pero el chileno es uno de los que con más fervor vistió la casaca crema, porque llegó siendo un "cabro chico" -o un pibe, o un chavito-, a un club como el América, donde las exigencias eran ganar siempre, agradar, llenar los estadios y hacerse respetar a costa de todo. Hoy Carlos, o el "Maestro", trabaja con los Gallos Blancos del Querétaro, pero ESTO -abusando de su amistad y calidad humana-, se aprovechó para quitarle un rato de su equipo y que hurgara en el cajón de sus recuerdos. Así que le pedimos que hablara sobre el Clásico Joven del futbol mexicano.

EMPEZAMOS
"En el campeonato de liga 71-72, nace sin duda esa rivalidad que el público y los que quisimos y queremos las camisetas de América y Cruz Azul, hicimos de un partido de futbol, un clásico. Porque todo aquel que no haya vivido un partido como esos, puede decir que no es un clásico, pero para nosotros, e incluyo a todos los jugadores de ambos clubes, que nacieron en el equipo o que vinimos muy jóvenes a ellos, sabemos muy bien lo que significa jugar esos partidos.
"Hoy se dicen muchas cosas, pero luego de aquella derrota en la final del campeonato 71-72, nace el clásico; porque fue una final y nos dieron un baile con un gol mal anulado. El 4-1 nos salió barato. Nos dolió tanto a todos que para el siguiente campeonato, teníamos anotadas cuatro fechas, dos contra Chivas y dos contra Cruz Azul".


Cuando a Carlos se le deja hablar es difícil detenerlo, porque es un vehemente del futbol. Su vida siempre fue así como era en la cancha, dejando todo en cada jugada o en cada manifestación. "Yo usé una sola camiseta, aunque también otras al final de mi carrera, pero me acuerdo que en la época de aquella final, el América ya era grande y el Cruz Azul estaba llegando al Distrito Federal, y su intención era serlo. "Desde luego que lo logró, pero no sólo por ganarnos a nosotros, sino porque don Guillermo Álvarez Macías y don Guillermo Cañedo de la Bárcena, quienes por cierto eran compadres, rivalizaban por ver quién tenía mejor equipo y quiénes eran los mejores. Eso a los jugadores nos obligaba a darlo todo. Es en esos juegos, cuando ellos nos ganan la final del 71-72. Nos vengamos casi de inmediato porque les ganamos el Campeón de Campeones, pero el sabor de perder el campeonato, eso no nos lo quitamos.
Eran otros tiempos. Los dos equipos tenían grandes jugadores mexicanos y extranjeros. Con los extranjeros éramos muy amigos, porque a mí me tocaba viajar a los Mundiales con Alberto Quintano, con el 'Pata' Bendita, con Roberto Hodge. Aquí en México nos conocimos bien con Miguel Marín -que me sacó dos pelotas de gol en la 71-72, que no tuvieron abuela-.
"Y había jugadores como 'El Campeón' Hernández, 'Pichojos' Pérez, Roberto 'Monito' Rodríguez, Enrique Borja y Borbolla, que eran verdaderos cracks en el sentido de la entrega y el amor a una camiseta. Y por el otro lado, qué decir: 'Kalimán' Guzmán, Héctor Pulido, Fernando Bustos, Horacio López Salgado -quien era de nosotros, pero se fue al Cruz Azul y nos anotó un gol en aquella final-.

INTERMEDIO
Para el "Maestro", ese nacimiento del Clásico Joven, no sólo era de parte de los jugadores, técnicos y directivos, sino "del público, del amor por los dos equipos. Porque definitivamente la pasión baja de las tribunas a la cancha.
"A mí me tocó de los dos lados, siendo jugador y entrenador, y sé qué son los partidos que no se deben o pueden perder. El "Mister" (José Antonio Roca -qepd-) nos lo decía clarito, y cuando me dirigió Raúl Cárdenas, también, aunque con él nos dijimos de todo en un clásico entre América y Cruz Azul -en esas calenturas del futbol-, pero esos juegos eran pasionales al máximo. Eran verdaderas batallas de futbol y no te podías quedar con nada, porque luego venían las reclamaciones en los vestidores. Eran piques a muerte. Si perdías, tanto de uno como de otro equipo, no podías salir a la calle por un par de días; lo sentías en la gente. A mí se me caía la cara de vergüenza y menos podía verle la cara a don Guillermo Cañedo. Creo que era igual por el lado de ellos (los cementeros), porque Alberto o Miguel (Quintano y Marín) me lo contaban".

Hace una pausa y nos permite preguntarle:
- ¿Ese clásico lo hicieron Reinoso y Marín?
"No, m'ijo -expresión cariñosa muy chilena-. Ese clásico lo hicimos todos. Sería una falta mía de respeto creerme eso, pero desde luego que siempre había un gran pique entre Miguel y yo, pero durante el partido. Luego, a estar juntos y a pasarla bien, como amigos que éramos, al igual que con Alberto o con Vera".

FINAL
- ¿Es igual ahora? "No lo sé, no estoy adentro para opinar, y además no quiero faltarle el respeto a nadie".
- ¿Verá el partido? "Claro que lo voy a ver. Primero porque como técnico de Querétaro estoy obligado, y segundo porque es un clásico que todos nosotros lo hicimos posible. El que diga que no es clásico, no sabe lo que dice, no tiene historia o simplemente no quiere ver lo que es. Hay muchos así. Pero mejor dejarlos; es como querer decir que el Atlas-Chivas no es clásico... por favor".

- Son muchos años que América sale con la bandera levantada ¿Seguirá así? "No lo sé, pero espero que así sea".
- ¿Qué recuerda de aquellos partidos, de esos clásicos? "Que había de todo, que se jugaba como hombres y que había que ganarlos. El perder no estaba permitido entre esos hombres que te nombré; ni del lado de América, ni de Cruz Azul".