Tras recibir un balazo en la cabeza, el futbolista Salvador Cabañas libró la muerte, pero aún le queda un largo camino de recuperación. El delantero paraguayo del América, atacado el pasado 25 de enero en el baño del Bar Bar, come dieta blanda, va al baño con ayuda de terceros, duerme buena parte del día y mantiene diálogos breves y poco estructurados. Casi todo el tiempo está recostado o sentado en la cama de su habitación, la 618 de la Torre Marfil, en el Hospital Ángeles del Pedregal, donde también hay un reposet que utilizan su esposa o su madre, quienes lo han acompañado todo el tiempo.
Los diálogos se desarrollan bajo supervisión médica, y su familia y amigos responden a los pocos estímulos de conversación que él da. Sus visitas tienen prohibido estimularlo de más para no excitar su actividad cerebral. El jugador se alimenta tres veces al día, mayormente dieta blanda, aunque, desde que dejó la unidad de cuidados intensivos, el miércoles, pidió tacos una vez. El neurocirujano Ernesto Martínez Duhart afirma que las secuelas de la lesión en la cabeza de Cabañas se sabrán hasta que comience su rehabilitación.