viernes, 10 de diciembre de 2010

El vuelo de Ochoa; Rafael Ocampo

Son las 04:47 de la madrugada. La cola que siete pasajeros hacíamos a la entrada de la Clase Premiere de Aeroméxico, obliga a que corran las cadenas programadas para abrirse a las 5 de la mañana. Avanzo en primerísimo lugar buscando que mi boleto de clase turista a Nueva York, en el vuelo 408, sea beneficiado con un ascenso a “Primera”, gracias a esa tarjetita de recompensas para viajero frecuente que por fortuna tramité hace algunos años.

“Pase”, me dice el primer empleado activo al otro lado del mostrador. Son ya las 04:50. Mientras revisan mi pasaporte, poco a poco llegan más diligentes despachadores de la aerolínea, entre ellos la vecina del que me atiende. En el llenado de formas migratorias estoy cuando, casi hombro con hombro, llega a mi lado, requerido por la misma voz de “pase” un muchacho alto y espigado, de melena ensortijada. Saluda, le responden, le preguntan: ¿Destino final?... “¿Destino final?... Londres”... Repite y desvela el misterio. Este muchacho, volteo, lo veo, casi lo toco, no es otro que Guillermo Ochoa, el portero del América y de la selección nacional, de jeans, botas y un abrigo azul marino.

Me pasma la curiosidad. Reparo en que no hay vuelos directos de Aeroméxico a esta hora de la mañana, entiendo que va a Nueva York, en mi mismo vuelo y de ahí brincará a su destino final: Londres. ¿Lo abordo? ¿Lo saludo?... Nunca me ha tocado entrevistarlo cara a cara y de hecho ni siquiera ha reparado en mí. ¿Me espero? ¿Lo sigo observando? Concluyo que es lo mejor. Me retiro silencioso con mi pase de abordar y mi nombre en lista de espera para el upgrade a “Primera”. Ya me lo toparé dentro con toda seguridad.

Son las 05:33 cuando vuelvo a hacer contacto visual con Memo. Se toma un café de Starbucks en una periquera, ya en la zona interior. Yo voy por un pasillo en el piso de arriba rumbo al salón de la clase Premiere. Vuelvo a mi duda. ¿Bajo y lo cuestiono o me espero otro ratito? ¿Y qué tal si él también entra al salón “exclusivo”? Él realmente sí es un auténtico VIP.

Cafecito, yogurt, jugo fresco, pantallas planas por todos lados, una área cerrada para videojuegos, conexiones a Internet, computadoras y sillones cómodos. ¡Ufffffff! Qué rico se siente ser un VIP, aunque sea en lista de espera. Son las 06:00 en punto cuando lo veo registrarse. Ahí está Memo Ochoa, a punto de entrar a mi zona de confort. El encuentro será inevitable.

Su presencia genera discretos cotilleos por donde estoy tumbado. ¿Ya vieron quién está aquí?, le dice una jovencita a su papá, mamá y hermano adolescente. “¡¡¡Es Guillermo Ochoa!!!”.Las miradas se centran en el futbolista. Él se sienta, otra vez en una periquera a un lado del área de autoservicio de bebidas y frutas. Un señor ya madurón le pide permiso para tomarse una foto con la camarita de su celular. Memo accede, sonriente, de pie.

No puedo más. Me paro y camino hacia él. En siete pasos estoy a su lado: “Hola Memo, buen día, ¿cómo estás? Soy Rafael Ocampo, de La afición-Milenio, compañero de Rufo... (no se me ocurrió otra cosa)” Levanta la mirada, sonríe: “Hola, claro que te conozco, cómo estás?”.

-Muy bien, agradezco. ¿Y tú, ya listo para irte a Europa?
-Nooo, de eso no hay nada. Por lo pronto de vacaciones, a disfrutar los últimos días... ¿A dónde vas?
-A Nueva York, respondo.
-¡Ahhh! Yo también...

Me sorprende lo fácil que habla y, sobre todo, sonríe Memo. Reparo en una cicatriz que tiene en el contorno de uno de sus ojos, creo el izquierdo. Es lo que más me llama la atención en esta un tanto sombría cercanía.

No tengo corazón para decirle: “Oye, pero clarito escuché que tu destino final es Londres, estaba a tu lado en el mostrador de documentación, ¿por qué me dices que vas de vacaciones a Nueva York?”.

Lo que le digo es que se habla de su ida a Europa, particularmente a Inglaterra y su Liga Premiere. Me dice: “Pues sí, pero a mí no me han hecho ninguna oferta”.

No insisto: “Bueno Memo, pues al rato nos vemos...”.

Me regreso a mi sillón. A ordenar pensamientos. Traigo centralmente la inquietud de que me mintió, de que me dijo que iba de vacaciones a Nueva York. ¡Uhmmmm! Creo que no. Siendo sinceros no me dijo que fuera a estar en Nueva York de vacaciones. Me dijo nada más que iba a Nueva York y eso es verdad. Creo que tendré que volver con él y ser más específico, ya entrado en estos gastos. Faltan muchos minutos para las 06:40, hora en la que nos pidieron estar en la sala 59... Me gana la ansiedad, hago que vuelvo por más café, me detengo a su lado otra vez:

-Memo ¿Arsenal o Manchester United?
-Me mira sorprendido, pero sonriente. Y sólo se carcajea.
-Los dos son de Nike...
-No, nada más el Arsenal ¿No?
-¡Nooooo!
-¡Ahhh! Tienes razón. Vuelve a sonreír.

“A los dos les urge un buen portero, los suplentes de los que están son malísimos”. Le digo. No se engancha, algo me dice que el otro día vio al del Arsenal, pero ningún juicio salió de su boca.

-¿Y tú vas a Nueva York de trabajo o de vacaciones? Me pregunta Memo.

Le cuento que de chamba, que Milenio tiene un acuerdo con ESPN para hacer un programa que se llama “Juego Cruzado” y que vamos a grabar unos especiales en Bristol, la sede de esta última cadena en los Estados Unidos. Me dice que conoce el programa: “El de las cuatro pantallas”, me refiere.

-¿Y tú? ¿Sólo vas Nueva York?

-Sí, nada más. Y es que ya tenemos que reportar con el América entre el lunes y el martes de la próxima semana.

-¿Pero sí te quieres ir a Europa? ¿Ya es tiempo no? Además se te vence el contrato, dicen que en junio del año que entra.

Me vuelve con la historia de que no hay ofertas, pero acepta que sí le gustaría jugar en Europa, pero que si tiene que quedarse y renovar con el América también sería feliz. Y sí, sin entrar en detalle me ratifica que se le vence el contrato con su equipo.

-¿Ya tienes 26 años, no?

-No, 25.

“Pero estás muy maduro, es tu momento, deberías de irte”, lo animo según yo. Me agradece con otra sonrisa.

“Oye, pero tampoco es que estés escondiendo tus intenciones, digo, esto ha salido por todos lados y supongo que a ti te conviene que se sepa que puedes irte a jugar a Europa”, le afirmo y le pregunto. Asiente condescendiente.

Vuelvo a pensar si mi papel es decirle: “Memo lo sé todo, me estás mintiendo, te escuché decir que tu destino final es Londres”. Pero me apena evidenciarlo, siento que no es mi papel y que además correría el riesgo de que me nulificara como periodista y me pidiera que no contara esta historia. Y eso sí que no.

Hablamos de fechas, le pregunto cuándo se cierra el mercado invernal en Europa, si es hasta fines de enero. Finge un poco de desconocimiento, pero enseguida me dice que el tema con él no está en función de eso, sino de que en México el torneo arranca el 9 de enero y el cierre de registros está mucho más cercano.

Aquí entiendo que Memo sí se quiere ir ya y que algo va a ver o a negociar a Londres. Algo que, obviamente, no quiere hacer público. Y yo no lo cuestiono sobre ello, respeto su discreción. Simplemente cuento lo que me tocó ver y, sobre todo, oír.

Platicamos un rato más de Paulo da Silva, el paraguayo que se dice quiere el Cruz Azul retornar a la Liga y que está enrolado con el Sunderland. Algo de Giovani, que si se va al Génova de Italia o a la MLS, le cuento yo.

“No sé, hace un buen rato que no platico con él”, se siente obligado a decirme.

“En fin Memo pues te deseo lo mejor, retomaste un gran nivel...”, le digo ya a manera de salida.

“Pero en el América ya ves, cometes un error y se te echan encima”, me responde.

Algo más le digo como que en la Liguilla estuvo grandioso contra el San Luis y cerramos la platica deseándonos buena suerte y buen viaje. “Vacaciones” para él, chamba para mí.

Salgo del salón rumbo a la puerta 59 con el ansia de mi upgrade a primera. En una de esas, pienso, me toca sentarme junto a él y hasta unas fotos me permite hacerle.

Consigo mi pase a la zona VIP del avión, estoy contento. Hay que abordar ya. Son las 06:55. Veo a Memo sentado solitario, atendiendo de pronto a quienes se le acercan a pedirle algún autógrafo. No se pone en la fila, supongo no le gusta entrar primero y que todo mundo desfile ante él.

07:10. Desde mi asiento, el 2F lo veo entrar al avión, es más alto de lo que creía. Siento que tiene estatura para la Premier League. Nos saludamos otra vez. El 1A está vacío, pero no, se sigue de largo medio agachando la cabeza ante mi intento de tomarle una foto con mi teléfono. Se sigue a la cabina turista. Parece que no le dieron su ascenso. Definitivamente hoy tuve más suerte que Memo.

A punto de dar la una de la tarde nos volvemos a topar, una, dos, tres, cuatro veces en la larguísima cola para pasar migración. En cada una de ellas algo pláticamos:

“¿Qué larga fila, no?”.

“¿Es una hora más aquí?”.

“Mucho frío, ¡ehhh! Dos grados centígrados”.

Y me vuelvo a quedar con las ganas de decirle: Memo, lo sé todo. ¿A qué hora sale tu vuelo a Londres? ¿Vas bien de tiempo, no perderás tu conexión?

A cambio sólo le digo cuando me llama el agente migratorio: “Nos vemos, suerte Memo”.

Dato

En Fulham, Guillermo Ochoa coincidiría con el central Carlos Salcido, quien juega su primera temporada en la Premier League, tras un exitoso paso por Holanda.