El reloj marcaba las 17:50 horas cuando el avión que transportaba a las Águilas tocó tierra. En ese momento, alrededor de 40 aficionados, inquietos, estaban ya en las salas de espera aguardando a sus ídolos, pero el rumor de que los jugadores no saldrían por donde lo hace la gente 'normal' se volvió realidad y rápidamente corrieron al hangar de la Policía Federal para ver, a través de una reja y a la lejanía, a los futbolistas.
Los ruegos al personal de seguridad, para que los dejaran pasar, crecieron con vehemencia y sólo encontraron respuestas de que "no se podía" ante los reclamos de por qué si algunos estaban adentro pidiendo autógrafos portando la playera americanista y tampoco recibieron justificación, aunque se llegó a murmurar que eran familiares de los trabajadores.
"Ochoa, Ochoa", era el grito de 'Elizabeth', de 25 años, con súplicas, lágrimas y bebé en brazos, al tiempo que Carlos Reinoso, a 50 metros, saciaba las ansias de un cigarrillo en charla con Michel Bauer y Jaime Ordiales.
América se retiró del aeropuerto a las 18:10 horas y en ese momento comenzaron los gritos desenfrenados de apoyo, algarabía y la emoción ferviente de muchos que no les importó cruzarse peligrosamente la calle. El camino del autobús al lugar de aposento duró cerca de 15 minutos y fue fuertemente resguardado por camionetas y motocicletas de la Policía Municipal que hicieron sonar sus torretas y los semáforos fueron \'saltados\' en ese afán de trasladarse lo más rápido posible.
Varios seguidores azulcrema, en sus automóviles, acompañaron el trayecto desde el aeropuerto, entre ellos 'Elizabeth' que fue avisada e ilusionada de que podía verlos más de cerca, algo que no dudó. Al arribar al hotel ubicado al poniente de la ciudad en la Avenida Independencia, personal de seguridad del lugar hizo una valla humana en la entrada, ante otros 40 aficionados que ya esperaban con desesperación.
El jugador más ovacionado fue, como suele ser costumbre, Guillermo Ochoa, quien recibió numerosas muestras de aliento y los respondió con algunos autógrafos a pesar de la seguridad, sobre todo a unas jovencitas que llevaban una manta en su honor.
Los jugadores, entre ellos el delantero Martín Eduardo Zúñiga, que fue convocado por primera vez al equipo mayor de las Águilas, pronto ingresaron por la puerta principal y el clamor de los ahí presentes desapareció a la par de los minutos; el orden regresó y 'Elizabeth', al menos, tuvo la oportunidad de estar más cerca gracias a la información de venir al hotel que le proporcionamos algunos reporteros.