lunes, 7 de noviembre de 2011

El diluvio que viene

Francisco Javier González

Las medidas que anuncia el América pasan por la vergüenza más que por la reflexión: por enviarle un mensaje a sus partidarios más que porque existan los planos de la reconstrucción.

Levantar nuevos cimientos en medio del caos es cosa difícil, porque los catastróficos números del torneo no dejan ver nada con claridad: desde el portero hasta el extremo izquierdo, pasando por la banca, los cuerpos técnicos y todo personal involucrado en la gestión americanista deben estar sintiendo la pena de la pobre campaña ofrecida. Una de las peores que se recuerden. Decir que no sirve Christian Benítez, que Aquivaldo Mosquera es cartucho jugado o que Diego Reyes no es una promesa con sólidos argumentos, sería tanto como permitir que la ceguera de la pasión inundara todas las decisiones.

Un recordado maestro universitario nos recomendaba que ninguna decisión importante la tomáramos en la vida por lo menos 48 horas después de pensarla, porque nos podríamos arrepentir al caminar de un error a otro. El consejo aplica seguramente también para los equipos de futbol que endeudados con su historia tienen que reflexionar con toda la frialdad cuál es el siguiente paso a dar.

Si Pachuca aplicó la misma medida hace algunos meses y ahora las Águilas lo hacen por primera vez en su historia, será buscando un efecto tanto interno como externo: un anuncio de lo que viene más adelante y que seguramente será determinante. De ahí a que no quede títere con cabeza hay una distancia tremenda. Hay gente dentro de Coapa que aun sin haber podido ofrecer una solución al momento crítico, tiene cualidades para ser parte de las nuevas Águilas, urgidas del protagonismo que siempre las tiene que distinguir.

No hay atenuantes al pésimo torneo entregado. Penúltimo lugar general, poseedor de una defensa humillada por el que le pasaba enfrente, perdedor en sus 3 Clásicos del torneo de manera clara y con tribunas más vacías que llenas en el más colosal de nuestros estadios, son características que afectan su imagen, más contrastada aún por una campaña publicitaria a la que por ser el América se le dio más importancia de la necesaria. Todo terminó siendo una burla.

América pertenece a una afición lastimada y a una empresa acostumbrada a ganar . Otro contraste que lastimará a sus mentores, tan apasionados como traicionados por los números finales de un semestre de pesadilla. Se sabe que a veces es más difícil remodelar que reconstruir, pero en Coapa no hay sólo ladrillos y escombros. Hay capital humano, el más importante en el futbol, que deberá ser evaluado con sapiencia y afinado con determinación.

El mayor reto del América ahora no está en la cancha.

fjgonzalez@reforma.com