La nueva directiva del América tomó una decisión inteligente. No era nada fácil encontrar un personaje que no busque enriquecerse a costilla de los grandes presupuestos, que tenga hambre de triunfo y que juegue al futbol como la historia –no reciente- le obliga. Miguel Herrera reúne esas características y por más que sonaron nombres como Louis Van Gaal o Sergio Markarián, o cartuchos quemados como Hugo Sánchez y Daniel Guzmán, el ex entrenador del Atlante tiene en sus manos un equipo de futbol al cual debe hacer funcionar rápido, que agrade en su funcionamiento, colocarlo en el lugar que le corresponde y regresar a los aficionados al Azteca. La necesidad trascender y ganar un título es obligación de ambas partes. El vapuleado América encontró a un buen entrenador, con ideas fijas de cómo jugar y honesto con su profesión. A Miguel a su vez le urge un título, ese que tan cerca estuvo en dos ocasiones con Monterrey, pero que una vez le echó a perder Marco Rodríguez en la final contra el Toluca y otra esa otra noche triste en el Tec cuando Francisco Fonseca anotó el gol de Pumas. Herrera aprendió que el futbol no es todos ir al ataque y sobre todo, en esta última etapa en Atlante, logró equilibrar a su equipo con un plantel muy limitado. En el América será lo contrario, tanto Yon de Luisa como Ricardo Peláez intentarán apoyarle en todas la contrataciones que desee. Nada tiene que ver con la historia del América, pero estoy seguro que han encontrado a un ser humano que no se basa en chantajes y mucho menos en la demagogia como los últimos entrenadores que pisaron Coapa. Miguel es un entrenador hecho y derecho que puede aportar mucho si le dan carta abierta para hacerlo.
Miguel además siempre estará abierto a la crítica, pese a su manera de ser, que puede ser polémica, nunca se cierra a hablar de su trabajo de manera frontal. Tuve la fortuna de trabajar con él durante la pasada Copa del Mundo y siempre encontré la autocrítica, la cual ha llevado a sus equipos y cuando la equivocación es suya no tiene miedo a decir las cosas como son. Miguel es un muy buen ser humano y pese a su imagen explosiva y de ser el metrosexual del futbol, tiene la capacidad para dirigir a un equipo que hasta la semana pasada estaba muerto en su credibilidad.
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