No hay nada más triste que las personas e instituciones que contemplan embrutecidos su pasado glorioso. Su presente les avergüenza. El futuro les aterra.
Lamentable, patética, la publicidad del Club América para invitar a sus aficionados al partido del domingo pasado contra los Tigres. Una doble plana, publicada en algunos diarios, con la frase: “La pasión de un águila se demuestra en el estadio”.
Además, 64 imágenes entre fotografías, trofeos y escudos. Todos símbolos del pasado, recuerdos, añoranzas.
Ni una imagen del equipo actual, ni un guiño a sus actuales “figuras”. Nada. El América de hoy no cuenta ni para sus promotores. El resultado de esta atenta “invitación”: sólo 20 mil personas en el Azteca para ver perder a su equipo.
Y la nostalgia por el rancio abolengo se multiplicó la mañana de ayer con el fallecimiento de Francisco Hernández. Ex jugador del Zacatepec que llegó al Club en 1968 como secretario técnico y después fue 27 años vicepresidente. Con Panchito América ganó siete Ligas, una Copa, tres Campeón de Campeones, y siete títulos internacionales.
Lo que debería ser motivo de discreta tristeza y reconocimiento a las generaciones que asentaron cimientos, hoy es origen de rabia y reclamos a una prole que dinamita hasta las cúpulas de un edificio, que se cae de viejo.
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