Panchito Hernández es el ejemplo perfecto de lo que el América siempre ha necesitado. Un directivo que conocía las necesidades del club, las formas y las maneras de hacerlo grande. Su recuerdo se engrandece aún más hoy, cuando los campos de Coapa aparecen llenos de cenizas y sinsabores.
LOS ANGELES -- El golpe final que sufrió el americanismo bien podría ser tomado como una señal del más allá.
Con Panchito Hernández se fue también una de las últimas fórmulas del éxito americanista en la cancha. El recuerdo del dirigente que siempre viajaba a Sudamérica con las maletas vacías y que regresaba con lo suficiente para poner el América en camino al título. Hizo una labor maravillosa junto a los presidentes más ganadores de la historia azulcrema: Guillermo Cañedo y Emilio Diez Barroso. Trabajó durante casi 40 años buscando siempre lo mejor para la institución: Reinoso, Dirceu, Outes, Antonio Carlos Santos, Brailovski, Zelada, Bacas, Batata, Luisinho y muchas más. Hay una cantidad de nombres impresionantes que fueron parte de su recomendación y gestión. Fue querido y respetado en el medio futbolístico y con el pasar de los años su nombre en el club se agiganto al tamaño de una leyenda. Descanse en paz Don Panchito Hernández, el hacedor de ilusiones de Coapa.
Hoy está claro que no darle continuidad al trabajo de verdaderos americanistas como Panchito Hernández dan como resultado un campo lleno de cenizas, un equipo sin identidad, sin fuerza, sin conexión con el americanismo y sin resultados en la cancha. No olviden que éste mismo América jamás se preocupo de personajes como Panchito Hernández. Y deje usted de lado lo de "honrarlo" o lo de darle un "reconocimiento", no, éste América jamás trato de aprovechar su experiencia y conocimiento para aplicarlo al trabajo de las nuevas épocas.
Hace ya tiempo que el América tomo un rumbo diferente. Permitió que otro tipo de filosofías, de creencias, de dogmas tomaran el control de la institución. Se alejo de los personajes que le dieron brillo y fama al club y busco fórmulas diferentes para el éxito no sólo eso, también fue matando poco a poco el amor y el respeto del joven americanista por defender su terreno. Los días de Lapuente, de Carrillo, los días de Cañedo hijo y o de Bauer han sido jornadas vacías, amargas, con un par de campeonatos por ahí que solo sirvieron para esconder las carencias y alimentar las insatisfacciones.
¿Cuál es la realidad del América? Un equipo grande, numero 16 en la tabla, con un punto de nueve posibles, con menos de 20 mil personas en el Estadio Azteca, con un plantel caro y con un entrenador que declara que la derrota del domingo fue un "accidente" y con un presidente que no entiende que lo primero que debe hacer es volver al americanismo puro y no contaminado.
Descanse en paz, Panchito Hernández, el hacedor de ilusiones de Coapa, un americanista desde los pies y hasta la punta de la cabeza, un americanista de cuerpo y de alma, un americanista como los que no existen hoy más.