Si bien era necesaria la salida de Lapuente pocos pueden asegurar que la llegada de Reinoso sea la solución a un equipo que acarrea problemas de fondo y que al apoyarse otra vez en un entrenador veterano, que sabido es ha tenido dificultades extremas con el trato a sus futbolistas y que estuvo involucrado en uno de los mayores escándalos de los últimos tiempos del futbol mexicano al comprobársele trampas y mañas cuando dirigió al León.
Quien merecía estar en el banquillo era Alfredo Tena, a quien sabemos se le ofreció ser auxiliar de Reinoso, pero por amor propio, declinó la oferta, porque al final del día era el sustituto natural de Lapuente. De hecho, no aceptó ser auxiliar de José Manuel de la Torre por esperar lo que el América parece ser nunca le dará.
Carlos Reinoso no hacía desde su salida del Querétaro más que ofrecerse al América y consiguió, tal vez por estar llamando y llamando al presidente, su última oportunidad como entrenador de futbol profesional.
El tiempo dirá si Reinoso es el adecuado, pero la limpieza debe ser más profunda y si ahora está un entrenador de casa, que pregona sentir los colores como nadie más, entonces quienes han sido responsables de contrataciones absurdas y sin sentido, que también los hagan a un lado.
A finales de enero del 2011 estoy convencido que Carlos Reinoso no es la solución inmediata, ojalá por el bien de todos los americanistas, me equivoque.
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