Si un equipo que apostó por la continuidad de su entrenador y la de sus principales figuras empieza el campeonato con dos derrotas de local y un sufrido empate de visitante, es que algo anda muy mal.
Lo que seguiría con ese equipo, en cualquier Liga del mundo, aún las de carácter amateur, es una revisión de sus problemas, una autocrítica al mismo tiempo y, por supuesto, una serie de decisiones que ataquen los problemas de raíz.
Pero no en el América. Aquí lo única respuesta de parte del entrenador, el máximo responsable de lo que pasa en la cancha, son una retahíla de pretextos absurdos. Y de la directiva: un ominoso silencio.
Los proyectos exitosos están regidos, acompañados, originados por decisiones acertadas. No hay procesos perfectos pero sí las herramientas para modificar los rumbos equivocados.
Hay razones suficientes, casi contundentes, para concluir que Manuel Lapuente no es el entrenador que requiere el América. Algo pasa con él, sin que esto quiera decir que no se puedan y deban señalar a otros responsables. Y es que el ex seleccionador nacional, uno de los entrenadores más ganadores de nuestro futbol, estaba prácticamente retirado.
Yo no he visto, en su regreso al América, a un Lapuente motivador y motivado, activo en la exigencia a sus jugadores desde su zona técnica. Otra cosa son sus rollos, prolíficos y lógicos, pero utilizados casi siempre para intentar explicar derrotas ante competidores mucho más pobres y menos armados.
El América tiene que encontrar un nuevo entrenador. Mientras más rápido lo haga, mejor. Y también tiene que pensar en nuevos refuerzos, unos que tendrían que llegar en junio y julio próximos.
Vicente Sánchez, Aquivaldo Mosquera, Pavel Pardo y algunos otros veteranos no parece que podrán llegar de nueva cuenta a aquello que fueron. Y si no son como mínimo esos que se fueron al futbol europeo, pues no sirven para los propósitos de este club.
twitter@rocampo