martes, 12 de enero de 2010

Como en Coapa, puertas cerradas

El entrenamiento del América estaba planeado para comenzar a las 10:00 horas, pero el equipo llegó con 45 minutos de retraso. Una banda del Ritual California estuvo presente. Sin embargo, como si fuera Coapa, la afición esta vez la que radica en Los Angeles no pudo estar cerca de los jugadores, ya que no permitieron que ocuparan las tribunas del pequeño estadio olímpico donde realizaron la práctica y la banda de Califas tuvó que verlo desde las rejas, como cualquier otro día.

Redacción MedioTiempo.com
Desde ahí, enfundados en sus playeras amarillas y con las banderas a la espalda trataron de percibir a los jugadores y entre gritos buscaron animarlos o sacarles una sonrisa con un "Memo aquí está tu hijo"; pero fue inútil sus gritos no eran recogidos por los americanistas quienes se concentraron en su entrenamiento.
Los minutos comenzaron a pasar mientras un misterioso señor con bolsas negras en la mano comenzó a pasearse entre los aficionados para ofrecer de manera clandestina playeras y gorras del América. Los precios oscilaron entre los 15 dólares y los 80, pero el regateo podría ser parte de la transacción para hacerse de los diversos artículos.
Su negocio no tuvo éxito, la falta de exhibición de las playeras y la cautela con la que tenía que moverse para no ser detectado por las autoridades del inmueble se lo impidieron. De pronto, cuando el reloj casi marcaba las 13:00 horas, los jugadores empezaron a refugiarse en las banquitas para descansar y cambiarse de zapatos porque el entrenamiento había llegado a su fin, sólo Rosinei permaneció en la cancha para jugar una especie de rayuela con el auxiliar de Jesús Ramírez, Rafael Jardón.
La afición comenzó a excitarse pensando en que por fin tendrían su recompensa, después de aguantar el intenso rayo de sol y estar parados por dos horas podría cambiarse por un autógrafo de su afición. Pero en cambio tuvieron el desprecio de la mayoría de los jugadores, sólo hombres como Israel Martínez, el "Rolfi", Layún y Óscar Rojas decidieron firmar por un par de minutos las playeras de los asistentes.
Pero el tiempo fue tan corto y la exigencia tan amplia que la mayoría de los aficionados americanistas se fueron sin sus autógrafos y fotos por ello terminaron por abuchearlos cuando Rojas abordó el autobús, pues fue el último en hacerlo. La afición se fue molesta tras lo que calificaron como el desprecio de sus ídolos; sin embargo, la mayoría ya tenía en boleto en mano, pues están dispuestos a llenar el Home Depot Center el día de mañana.