jueves, 13 de enero de 2011

YA JUEGA CASCARITAS

Imposible no sensibilizarse al reconocer su voz. La de Salvador Cabañas, una estrella que fue estrella y que se estrelló justamente en su esplendor. Una estrella que, pese a todo, aún irradia. Alumbra la esperanza de pelear, alumbra a su familia, a su mujer María Lorgia, a sus hijos. Contesta rápido, bien conectado con la realidad, con esa fuerza que le pone día a día después de que el destino lo pusiera contra las cuerdas el 25 de enero de 2010 tras recibir un balazo en la cabeza. "Sí, sí, ando mejor, mucha terapia y ejercicios", afirma.

Paso a paso fue del umbral de la muerte a esta realidad más optimista. Recuperación en la Clínica Fleni de Buenos Aires, luego en su país, condecoración de la Conmebol y homenaje en su tierra a fin de año. Después de 15 días de descanso reinició la terapia, esa recuperación que va viento en popa y ya le permite juguetear con el balón y platicar con CANCHA.

¿Cómo te sientes? "Contento por mi recuperación. Y me siento bendecido por Dios".

¿Hoy, cuál es el sueño de tu vida? "Volver a jugar futbol, sin dudas".

¿Qué es lo que más te conmovió del último año? "El apoyo y cariño de la gente, que me lo demuestra en donde me ve".

¿Sigues por televisión al América? "Sí, por supuesto".

¿Y hablas con ex compañeros? "Sí, sí. Por ejemplo con Memo Ochoa".

Cuando se habla del América, se le enciende una sonrisa. Se le vienen lo recuerdos de aquel goleador espectacular que dejaba su huella con su Selección y con Las Águilas. "Me gustaría agradecerles a los aficionados americanistas", afirma.

Pero si se le pregunta por el tema legal, por el respaldo del club, prefiere no profundizar.
"Ese es un tema que lo están viendo mis abogados, por eso no quiero tocar el asunto. Todo fue muy rápido, pasaron muchas cosas y con el tiempo todo se va a acomodando, como hasta ahora. No quiero profundizar".

¿A quién le agradecerías por su apoyo, y quién te defraudó? "A mi familia en especial, a mi esposa que en todo momento ha estado a mi lado. Y de la persona que me defraudó (implícitamente se refiere a su ex manager José María González), me duele mucho y por eso no quiero recordarlo, ya sabe todo mundo quién es".

¿Cuál es tu peor recuerdo? "El no estar jugando en un equipo".

¿Ya estás para cobrar tiros libres como en tus mejores épocas? "Las cosas que uno sabe desde pequeño y las trae en la sangre, nunca se pierden".

¿Qué es lo que más te cuesta de esta nueva vida? "El no estar jugando por ahora. Ya falta menos.

¿Cómo es hoy un día de Salvador? "Muchas terapias y luchando cada día para recuperarme pronto totalmente".

Se nota la lucha, se siente en su voz. La de un Salvador al que la vida lo bajó de un balazo pero que no se rindió. Que puso el cuerpo y su fortaleza mental, que fue bien acompañado por su gente y que sueña con volver a las canchas.


Ya juega 'cascaritas'
Hay 2 lugares hoy en la vida de Salvador Cabañas.
Uno es su casa de Asunción, la capital guaraní, donde realiza su recuperación. El otro es Itaguá, su pueblo, donde nació, donde se siente muy cómodo, cobijado, y la pasa muy bien. Como en aquel partido del 30 de diciembre pasado, cuando fue homenajeado por la gente y firmó autógrafos y más autógrafos. "Él adora Itaguá", aseguran en ese pueblito.

El motor de su vida es, sin dudas, la ambición de volver a las canchas. ¿Sí lo podrá hacer profesionalmente? Difícil, pero, como cuentan los que lo rodean, lo que más repite en estas horas es "quiero volver a jugar", esa es su frase de cabecera.

"Algunas veces invito a mis amigos a que vengan a jugar acá (su casa) y sí que entro, pero casi (no)...", dijo el "Mariscal" en entrevista con el informativo paraguayo Última Hora.

En un año y medio, 2 años, tal vez se le cumpla el sueño. En Paraguay, además de la terapia, a veces Salvador aparece por el complejo deportivo que tiene. Dicen que Chava ya juega futbol, seguro. No al nivel de antes, pero sí lo hace 2, 3 veces por semana, con amigos y los terapeutas; hasta a veces lo hacen en la canchita que Cabañas tiene en su casa.

"Corre muchísimo, aguanta como 2 horas. Todavía tiene algunas debilidades con el lado izquierdo, es algo más bien neurológico que se irá mejorando", explica un profesional que convive con él.

Lejos del DF, en su tierra, en su país, con su gente, Salvador así pelea el día a día. Rodeado de afectos, consciente de que México ya fue en su vida, de que ahora el destino lo tiene otra vez en Paraguay, donde comenzó un sueño que hoy quiere repetir.